Decimoprimera Edición
Año 8 Segundo Semestre 2017
Superando los errores de la Reforma
Christopher M. Hays, PhD
Posdoctorado, British Academy. Doctorado en Nuevo Testamento, Universidad de Oxford. Licenciado en idiomas antiguos, Magíster en estudios teológicos y Magíster en exégesis bíblica, Wheaton College. Profesor de Nuevo Testamento en la FUSBC desde el año 2014.
Nota del autor: el siguiente texto fue preparado con ocasión de la 58ª convención pastoral de la Denominación Iglesias Evangélicas del Caribe AIEC, que tuvo lugar del 4 al 7 de julio de 2017. Se están publicando esta y todas las conferencias en forma de un libro.[1] El texto de esta conferencia ha sido ligeramente modificado para publicación en Ventana Teológica. El autor agradece a la Denominación Iglesias Evangélicas del Caribe AIEC por la oportunidad de compartir este texto en dicha convención y, de nuevo, por este medio.
A veces los evangélicos piensan en el movimiento reformador del siglo dieciséis como si fuera un momento en que la iglesia hubiera adquirido una pureza teológica y moral. Pero, por mucho que haya que celebrar de la Reforma, los reformadores también cometiero n errores teológicos y morales grandes, los cuales no debemos ignorar. Un lema de la Reforma en Holanda fue Ecclesia reformata, semper reformanda, que significa “la iglesia reformada siempre se debe reformar”. Este artículo pretende celebrar el quinto centenario de la Reforma por medio de preguntar cuáles eran algunas falencias de la Reforma de las cuales podemos aprender hoy en día, para fortalecer la santificación continua de la iglesia por medio de la obra del Espíritu Santo. Así, se exploran tres errores de la Reforma que son pertinentes a la iglesia de Colombia de hoy: 1) la identificación no crítica de la iglesia con el gobierno; 2) la falta de amor en las disputas doctrinales; 3) la aceptación de la violencia. Se explicará cómo los reformadores cayeron en cada uno de estos errores, y después se sugerirá cómo las iglesias de Colombia tal vez han cometido los mismos errores hoy en día. La meta es identificar áreas de la vida de la iglesia que requieren arrepentimiento y santificación, para entonces avanzar como comunidades de fe y honrar el lema reformado “La iglesia reformada siempre se debe reformar.”
Introducción:
El compromiso de la Reforma Protestante con la autoreforma continua
“Martín Lutero era un católico”.[2] Así dice Orlando Espín, un teólogo católico escribiendo sobre la Reforma el año pasado. En un sentido, esto obviamente es incorrecto; cuando la Iglesia Católica lo excomulgó, Lutero dejó de ser católico a los ojos de la Iglesia Romana. Pero en otro sentido, la afirmación es acertada; Lutero era un monje agustino cuando lanzó sus críticas contra la Iglesia, y no criticaba la Iglesia porque la odiaba ni porque quería salir de ella,[3] sino porque buscaba “corregir los abusos doctrinales y la corrupción moral que eran evidentes en la iglesia de su época”.[4] El problema era que la Iglesia en aquella época no quería escuchar las críticas. Espín comenta,
Desafortunadamente, en el siglo dieciséis como hoy, hay cristianos (católicos o no) que a veces confunden sus costumbres, sus ritos, sus interpretaciones bíblicas o doctrinales y sus normas eclesiásticas con la revelación de Dios; y no les gusta que les muestren que la rueda es redonda, especialmente cuando así arriesgan perder poder, autoridad, prestigio o seguridad.[5]
Aunque la terminología “protestante” parece comunicar que el movimiento de Lutero y Calvino sencillamente protestaba en contra de la Iglesia Romana, es más acertado decir que ellos eran “reformadores”, buscando corregir, reformar la Iglesia.
Indudablemente, los reformadores tenían razón al atacar los abusos y los errores teológicos que observaron.[6] Debemos estar agradecidos por la valentía de los reformadores al identificar, resistir y, efectivamente, transformar un montón de abusos dentro de la Iglesia. Pero no debemos caer en la tentación de imaginar que, por los muchos aportes importantes de los reformadores a la historia de la Iglesia, ellos llegaron a construir una nueva Iglesia prístina. Aunque hay mucho que celebrar en los movimientos protestantes, también hay mucho que lamentar, y en este artículo vamos a enfocarnos en algunos de los errores de la Reforma.
Sin embargo, subrayo que, al criticar algunos de los errores de la Reforma, estoy aplicando un principio clave de la Reforma. En Holanda, los reformadores desarrollaron el lema Ecclesia reformata, semper reformanda. Esta frase comúnmente se traduce “la iglesia reformada, siempre reformándose”,[7] aunque una traducción más acertada sería “la iglesia reformada siempre se debe reformar”. Propongo que es más fiel al espíritu de la Reforma simultáneamente celebrar sus logros y criticar sus errores, que fingir ingenuamente que Lutero acabó con todos los problemas en la Iglesia.[8] Ninguna tradición cristiana es perfecta, porque toda tradición cristiana está compuesta por seres limitados y pecaminosos. Entonces, en este artículo quisiera abrazar el lema Ecclesia reformata, semper reformanda e identificar tres errores comunes de la Reforma que, a mi parecer, son de alta relevancia para la Iglesia de Colombia en el siglo 21. Estos tres errores están muy entrelazados uno con el otro, tanto en el siglo 16 como en el siglo 21, y son:
● Identificación no crítica de la Iglesia con el gobierno.
● Falta de amor en las disputas doctrinales.
● Aceptación de la violencia.
Identificación no crítica de la Iglesia con el gobierno
Comenzamos, entonces, con el tema de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Primero mencionaré algunos puntos pertinentes sobre el rol del Estado en la Reforma, y después pasaré a sugerir algunas apreciaciones para el día de hoy. Para que el lector se sienta tranquilo, le informo de antemano que no voy a opinar específicamente sobre ningún tema actual en la política colombiana. La idea es reflexionar en términos más generales sobre el manejo prudente de interacciones entre la Iglesia y el Estado.
El Estado y la Reforma
Antes de la Reforma, existía una alianza bastante fuerte entre la Iglesia Romana y los poderes políticos de la época, o mejor dicho entre la Iglesia Romana y el llamado Sacro Imperio Romano. La iglesia ejercía mucho control sobre el Estado, y el Estado también influía mucho en la operación de la Iglesia. Es cierto que los factores en la sucesión de los emperadores del Sacro Imperio Romano eran complicados (en particular, dependía de la elección de un emperador por parte de siete príncipes – 3 de los cuales eran arzobispos y cuatro de los cuales eran príncipes seculares). Pero la Iglesia y el imperio estaban bastante entrelazados, y el Papa mismo coronó a Carlos V como Sacro Emperador Romano en 1519 (él previamente era rey del imperio de España, entre otras regiones). Así, aunque nos parezca muy extraño hoy, cuando Lutero se presentó para dar su defensa en la dieta de Worms, no fue ante el Papa o ante un teólogo, sino ante el emperador Carlos V.
No obstante lo problemático de que un rey, sin ser teólogo, tome decisiones en cuanto a teología, cabe resaltar que las alianzas políticas también salvaron la vida de Lutero en más de una ocasión. Por ejemplo, a principio de 1519 (antes de que Carlos V fuera elegido como el nuevo emperador), Lutero fue convocado a la dieta de Augsburg para defenderse ante uno de los príncipes y electores de la Iglesia. Allí enfrentó al Cardenal Cayetano, quien era uno de los teólogos más famosos de su generación y quien quería acabar con la “herejía” de Lutero. No obstante, Lutero fue rescatado por su propio príncipe, Federico, “el sabio” de Sajonia. Federico también era uno de los electores del Sacro Emperador Romano, y en aquella época, el emperador de ese entonces, Maximiliano, estaba muy enfermo y a punto de morir. Roma no quería ofender a Federico justo antes de la elección del próximo Emperador, e indudablemente la ejecución de Lutero, el profesor más famoso de la universidad de Wittenberg (en Sajonia) habría ofendido al príncipe Federico de Sajonia. Vemos pues que Lutero escapó en esa ocasión, gracias a las dinámicas políticas de aquel momento histórico (Carlos V fue elegido en junio del mismo año; ¡si la Dieta de Augsburg hubiera tenido lugar seis meses después, Lutero de pronto habría sido asesinado allí!).[9]
En 1521 Lutero debía presentarse ante la dieta de Worms, y estaba seguro de que perdería la vida en esa época. Antes de salir, él incluso escribió a Felipe Melanchthon: “Mi querido hermano, si no regreso, si mis enemigos me dan muerte, has de seguir enseñando y manteniéndote firme en la verdad; si tú vives, mi muerte importará poco”.[10] Lutero sabía que su vida estaba en peligro, y de pronto no habría sobrevivido por mucho tiempo después de esa comunicación; pero después de la dieta, Lutero fue secuestrado por amigos y llevado al castillo de Wartburg bajo la protección de Federico de Sajonia.[11] Resalto todo esto para indicar que, muy probablemente, algunas consideraciones políticas pudieron haber salvado la vida de Lutero en más de una ocasión. El apoyo del Estado a veces sirve para proteger a los cristianos y beneficiar a la Iglesia y al evangelio.
Sin embargo, la tendencia de afiliar la religión con el Estado tuvo algunos impactos catastróficos. Muchos reformadores usaron el poder del Estado para mantener la ortodoxia y para el avance de la religión. Por ejemplo, el primer reformador suizo, Ulrico Zuinglio, estableció la base de su poder en la ciudad-estado de Zürich. Decidió usar el poder militar de Zürich para avanzar en la causa de la Reforma, de modo que creó un ejército y desató una guerra contra uno de los territorios católicos suizos, llevando su armadura y con un hacha de guerra en la mano.[12] Zuinglio suponía que uno podía realizar una transformación teológica por medio de la fuerza militar… y murió en una batalla bajo esa suposición. (Se dice que cuando Lutero se enteró de la muerte de Zuinglio, citó Mateo 26:52: “Todos los que tomen la espada, a espada perecerán.” Obviamente, Lutero y Zuinglio no eran muy amigos).
Calvino también fue culpable de permitir el colapso de la distinción entre la Iglesia y el Estado; en su caso, en la ciudad de Ginebra. En esa ciudad, cuando la reforma calvinista se había consolidado, cualquier persona que discrepaba con la teología de la ciudad era expulsada y desterrada, y algunas personas fueron ejecutadas.[13] No se contemplaba que uno debía resistir tales injusticias. Aunque algunos de los reformadores expresaron que en ciertas circunstancias era necesario resistir abusos de parte de los poderes gubernamentales, Calvino a lo largo de toda su vida nunca permitió la resistencia a los gobernantes, aún en el caso de gobernantes malvados, arguyendo que los tiranos también eran instrumentos de Dios.[14] De manera similar, en Inglaterra, William Tyndale escribió el libro La obediencia del hombre cristiano (1528) en el que enseñaba que uno no debe resistir al rey, sino que aseveraba que el rey “no está bajo ninguna ley y puede, conforme con su deseo, hacer lo bueno o lo malo y sólo tiene que rendir cuentas ante Dios”.[15]
Había un grupo en la Reforma que reconocía los peligros de eliminar la distinción entre el Estado y la Iglesia: los Anabaptistas, inicialmente bajo el liderazgo de Martín Bucero (1491-1551), quien es considerado el número cuatro entre los reformadores más influyentes.[16] Inicialmente, en vez de fusionar el magisterio y la Iglesia, Bucero señalaba que el Estado no juega ningún papel legítimo en el cristianismo; al contrario, Bucero anhelaba volver el cristianismo al estatus de movimiento disidente que tenía antes de Constantino.[17]
No obstante esta tendencia separatista expresada en el anabaptismo de Bucero, otros anabaptistas, en particular Jan van Leiden y Melchior Hoffmann en la ciudad de Munster, fueron al otro extremo. Ellos proclamaban el comienzo del milenio escatológico, declarando que Munster sería la nueva Jerusalén. Centenas de anabaptistas que huyeron de la persecución de los católicos y de otros protestantes llegaron a Munster, donde, a su turno, expulsaron a todas las personas que no aceptaron el anabaptismo. En los años 1534 y 1535, cuando el obispo católico sitió la ciudad, se desencadenó una obra de teatro apocalíptica. El historiador Patrick Collinson lo describe bien:
Jan van Leiden se sentó en el trono de David con la manzana dorada del imperio global en la mano, reinando con pompa operística sobre un dominio de poligamia en el cual existía un concurso para ver quién podría adquirir el mayor número de esposas. El rey ejecutó una de sus 16 (algunos dicen 22) esposas por ser descarada y pisoteó su cuerpo. En un momento hubo un banquete mesiánico en la plaza de la catedral, con comida y bebida servidas por el rey y la reina y con cantos de los Salmos. Al final, con la ayuda de Felipe de Hesse, la ciudad cayó. El rey Jan y los otros líderes fueron torturados con pinzas al rojo vivo y ejecutados, y sus cuerpos fueron colgados en jaulas suspendidas de la Torre de la Iglesia. Allí sus huesos se quedaron aún durante la edad de la Iluminación. Las jaulas todavía están ahí.[18]
Las guerras religiosas persistieron durante muchos años en Europa, y, al fin y al cabo, se concluyó que la religión del rey sería la religión de su región. La expresión que retrospectivamente se aplicó a la decisión fue cuius regio, eius religió, que significa sencillamente, que la religión de una región sería la de su rey.[19] Efectivamente, esta fue la dinámica en muchos países del mundo, aún incluso en Colombia hasta el año 1991.
El Estado en la Biblia
Imagino que todos estamos de acuerdo que la Reforma manifiesta los problemas grandes, a veces fatales, que resultan de borrar la distinción entre la Iglesia y el Estado. Pero indudablemente es bastante complicado elaborar una teología sobre el gobierno, y este artículo no se dedicará al tema. Solo quiero resaltar que aún el Nuevo Testamento evidencia la complejidad de buscar relacionarse bien con el gobierno.
A veces el Nuevo Testamento indica que el Estado sirve a propósitos divinos. Por ejemplo, el famoso texto de Romanos 13 dice:
Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo. Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor. Así que es necesario someterse a las autoridades… Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios (Rom 13:1-6).[20]
Esto parece ser bastante directo: Pablo indica que todos los gobernadores son autorizados por Dios así que uno debe obedecerlos y someterse ellos, y que uno puede confiar que ellos van a aprobar a los que hacen el bien y solo van a castigar a los malvados. Suena sencillo, ¿no?
Pablo escribió esta carta a finales de los años 50 después de Cristo. Tres o cuatro años después de redactar la epístola, el emperador Nerón desató una persecución feroz en contra de los cristianos, torturándolos, haciendo espectáculos con ellos en el Coliseo, donde permitía que bestias salvajes se los comieran vivos, e iluminando sus jardines durante la noche quemándolos vivos para que ardieran como antorchas, como en efecto ocurrió. Uno se pregunta, si Pablo hubiera escrito esta carta de Romanos en el año 65, ¿habría dicho que el cristiano sencillamente tiene que hacer lo bueno para tener la aprobación del Estado, puesto que el gobierno está al servicio de Dios para el bien del creyente? Es una pregunta que no podemos contestar, dado que Pablo fue ejecutado en Roma durante esta misma persecución de Nerón.
Por el otro lado, el Nuevo Testamento a veces expresa una sospecha profunda del Estado. Por ejemplo, consideren el Apocalipsis, escrito en los años 90 cuando la Iglesia estaba sufriendo bajo la persecución del emperador Domiciano. En el capítulo 17, Juan tiene una visión de una ramera montada en una bestia, y dice que ella se había emborrachado de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús.
Allí vi a una mujer montada en una bestia escarlata. La bestia estaba cubierta de nombres blasfemos contra Dios, y tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de la inmundicia de sus adulterios. En la frente llevaba escrito un nombre misterioso: LA GRAN BABILONIA, MADRE DE LAS PROSTITUTAS, Y DE LAS ABOMINABLES IDOLATRÍAS DE LA TIERRA. Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús (Ap 17:1-6).
Obviamente, esa mujer no se considera una figura positiva en el libro; es descrita como un agente del diablo persiguiendo a los cristianos.
Este mismo capítulo interpreta para el lector el significado de la visión:
¡En esto consisten el entendimiento y la sabiduría! Las siete cabezas son siete colinas sobre las que está sentada esa mujer… La mujer que has visto es aquella gran ciudad que tiene poder de gobernar sobre los reyes de la tierra (Ap 17:9, 18).
Cuando uno sabe que la ciudad de Roma era conocida como “la ciudad sentada sobre siete colinas”, se hace claro que esta ramera es un símbolo del imperio romano que en aquella época estaba matando a los cristianos. En este caso, el imperio romano no es descrito como un agente de Dios, sino como un agente del diablo.
Así, se ve que el Nuevo Testamento mismo reconoce que a veces los gobiernos sirven a los propósitos de Dios y a veces los gobiernos sirven a los propósitos del diablo. Entonces, el texto bíblico manifiesta que el comportamiento de la Iglesia se tiene que ajustar conforme a lo que se discierne sobre la continuidad entre la agenda del Estado y la agenda del reino de Dios.
El Estado y la Iglesia en el siglo 21
Creo que el canon bíblico equilibra estos dos acercamientos para enseñar a la Iglesia que necesita sabiduría en cuanto al manejo de sus relaciones con el Estado. No creo que el Nuevo Testamento enseña que debemos, como regla general, retirarnos completamente de la interacción con el Estado (en contraste con las tendencias de los Anabaptistas), pero tampoco creo que debemos cometer el error de Zuinglio y Jan van Leiden y acercarnos tanto al gobierno que lleguemos a ser culpables de sus pecados, o que no podamos hablar proféticamente en contra de los abusos del Estado.
El arzobispo Oscar Romero entendió bien la necesidad de evaluar e interactuar con la esfera política desde la perspectiva del Reino, sin dejar que la Iglesia sea cooptada por ningún movimiento político. En su última homilía completa, predicada el día antes de que un asesino entrara en la iglesia y le disparara en la mitad de su sermón, Romero dijo,
En la medida en que los proyectos históricos traten de reflejar el proyecto eterno de Dios, en esa medida, se van haciendo reflejo del Reino de Dios y este es el trabajo de la Iglesia; por eso Ella, Pueblo de Dios en la historia, no se instala en ningún sistema social, en ninguna organización política, en ningún partido. La Iglesia no se deja cazar por ninguna de esas fuerzas porque ella es la peregrina eterna de la historia y va señalando a todos los momentos históricos lo que sí refleja el Reino de Dios y lo que no refleja el Reino de Dios, Ella es servidora del Reino de Dios.[21]
Tenemos que discernir qué tan coherente es la agenda del Estado, o de un político, o de una ley, con la voluntad de Dios, y tenemos que resistir la tendencia de imaginar que un político o un partido es, o el Mesías o el anticristo… Típicamente, en vez de ser o ángel o diablo, los políticos son una mezcla de ideales y debilidades, o, si me permiten usar el lenguaje reformado, el político también es simul iustus et peccator, simultáneamente justo y pecador.
Históricamente, a mi parecer, los evangélicos en Colombia han sido una minoría tan pequeña en un país oficialmente católico que la gente no esperaba que una interacción entre la Iglesia evangélica y el gobierno fuera muy fructífera. Obviamente, la nueva constitución de 1991 cambió el estatus político de la iglesia evangélica, y ahora, por razones demográficas, la iglesia evangélica ha llegado a ser un electorado importante, puesto que representamos más o menos el 15% de la población del país. En particular, se vio la relevancia del electorado evangélico en dos controversias recientes: la ideología de género y el referendo sobre la paz con las FARC. (No olviden, dije que yo no voy a opinar a favor o en contra de ningún tema político actual. Sigan tranquilos). Con este nuevo estatus, la iglesia tiene ciertas oportunidades y también corre ciertos riesgos.
En mi país, Estados Unidos, los cristianos evangélicos históricamente se han identificado muy fuertemente con un partido particular, el partido republicano, y solíamos ver el otro partido, el partido demócrata, como explícitamente opuesto a la voluntad de Dios. (Antes de mis estudios de posgrado, yo casi no sabía que había cristianos en el otro partido). La razón por la cual habíamos llegado a identificarnos tan fuertemente con el partido republicano es porque era el partido que resistía la legalización del aborto, y el partido demócrata mayoritariamente favorecía la legalización del aborto; como tema secundario, el partido republicano era el partido que abogaba a favor de una concepción más tradicional de la sexualidad, y el partido demócrata se distinguía como el partido que enfatizaba los derechos de la comunidad LGTB.
Obviamente, el aborto es un tema moral importante para el cristiano, tal como son los temas de género y sexualidad, y tiene sentido que sean factores significativos en la afiliación política de los evangélicos. Esto en sí, no es problemático. La parte problemática es que progresivamente la preocupación con el tema del aborto desplazó la atención de otros temas que también son relevantes para la ética cristiana: temas de la pobreza, la guerra, la pena capital, el medio ambiente. Sucede que estos son de los temas más centrales para el otro partido principal estadounidense, que muchos evangélicos conciben como el partido de los no-cristianos.
Al madurar, descubrí que, aunque los cristianos evangélicos más conservadores apoyan al partido republicano, los cristianos de algunas de las denominaciones históricas con mucha frecuencia apoyan al partido demócrata. Cada grupo de cristianos ha tomado una decisión en cuanto a los factores que consideran más primordiales, y en sí, esto es aceptable. El problema es que, en mi país, cada grupo de cristianos tiene una tendencia a menospreciar el cristianismo del otro grupo y también tiene una tendencia a menospreciar la importancia de los temas morales que son primordiales para el otro grupo de cristianos. Uno casi siente que tiene que escoger entre la resistencia al aborto o la justicia para los pobres, y así las opciones políticas comienzan a distorsionar la cosmovisión ética de los cristianos. Pero no puede ser así. La cosmovisión cristiana siempre tiene que determinar la actividad política y la afiliación política de los cristianos. Si las opciones políticas están cambiando nuestra teología, “la cola está moviendo al perro” y corremos el riesgo de caer en sincretismo.
En el libro Nuestras 95 Tesis, los autores tocaron este mismo tema de la política, notando que los políticos estadounidenses han llegado a reconocer que la población latina en los Estados Unidos es un electorado importante, especialmente porque la población latina es también mayoritariamente cristiana. Políticos de los dos lados buscan explotar a los latinos estadounidenses, manipulando su identidad como latinos o su identificación religiosa. Entonces, estos teólogos hacen la siguiente advertencia que también me parece relevante para la iglesia de Colombia hoy:
No hay peores estrategias misionales para la misión cristiana hacia dentro de la iglesia que: (1) La ingenuidad frente a las dinámicas de poder político dentro y fuera de la iglesia; (2) hacer alianzas basadas en lo inmediato sin discernir y anticipar las consecuencias de nuestras alianzas políticas a corto y largo plazo. Por ejemplo, es clave preguntarnos, ¿quiénes son los que quedan más afectados por nuestras alianzas? ¿Quiénes son los más vulnerables cuando establecemos alianzas?; (3) subestimar el riesgo y la valentía que se necesita frente a los intereses y poderes políticos y eclesiales asumiendo que tales intereses políticos, por estar ligados a la iglesia, siempre son buenos. ¡No es la primera vez en la historia de la misión cristiana que los intereses y el poder político y eclesial no tienen nada que ver con el evangelio de Jesucristo![22]
Con el crecimiento del poder político de los evangélicos en Colombia, los políticos se van a acercar a nosotros más y más, buscando apoyo electoral. Inicialmente, la sensación de relevancia será embriagante, y no estoy diciendo que uno no debe buscar maneras de cooperar con alcaldes o el gobierno departamental o el gobierno nacional en aras de realizar justicia y misericordia. Tal cooperación puede ser una herramienta dispuesta por Dios para bendecir a su pueblo. Pero indudablemente tenemos que ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10:16). Tenemos que discernir si, en el momento, un partido, o un político, o una ley, o un gobierno hacen la voluntad de Dios o no. ¿Es el emperador actual bueno o malo? ¿Es un siervo de Dios para el bien común, o una ramera montada en una bestia? Para evaluar esto, sugiero que pensemos en las siguientes consideraciones:
● Aun si una cooperación con el Estado nos beneficia en el corto plazo, ¿cuál será el impacto a largo plazo, especialmente para la gente más vulnerable?
● ¿Cuál es el camino que más va a contribuir al establecimiento del amor, la justicia, y la paz, que son características esenciales del reino de Dios?[23]
● Si coopero con un político o con el gobierno en aras de un valor cristiano, ¿puedo perjudicar la realización de otro valor cristiano?
Si la iglesia de Colombia en el siglo 21 va a ser una iglesia reformada, siempre reformándose (ecclesia reformata, semper reformanda), debemos aprender a superar la fusión descuidada de la Iglesia y el Estado.
Falta de amor en las disputas doctrinales
La segunda manera en la que la Iglesia de Colombia puede reformarse más allá de la Iglesia de la Reforma tiene que ver con nuestra manera de manejar disputas doctrinales.
Disputas e insultos durante la Reforma
Lutero y los reformadores insultaban y ultrajaban a la Iglesia católica y a otros reformadores con otras perspectivas de una manera oprobiosa. Al Papa, Lutero le escribió,
Tú eres más corrupto que cualquier Babilonia o Sodoma, y en lo que puedo ver, estás marcado por un ateísmo totalmente depravado, desesperado y notorio… Tu casa, una vez la más santa de todas, ha llegado a ser la cueva de ladrones más licenciosa, el más descarado de todos los burdeles, el reino del pecado, la muerte, y el infierno. Es tan mala que aún el anticristo mismo, si viniera, no podría imaginar nada que añadir a su maldad.[24]
Lutero también fue insultado por los católicos. Por ejemplo, Johann Cochlaeus lo calumnió diciendo, “Lutero deseaba el vino y a las mujeres… Era un mentiroso, un hipócrita, un cobarde y un pendenciero… ¡Y no tiene ni una gota de sangre alemana en sus venas!”[25] Aun si concordamos con Lutero en cuanto a sus discrepancias teológicas con la iglesia católica, imagino que podemos ver que esta manera de difamar a sus enemigos no cuadra con la conducta cristiana.
Sin embargo, cabe mencionar que Lutero insultaba a otros reformadores así, y ellos le reciprocaban. Una de las disputas claves entre los reformadores tuvo que ver con la santa cena. Lutero afirmaba la presencia real del cuerpo y sangre de Jesús en los elementos. Pero para reformadores como Zuinglio y Juan Ecolampadio (otro reformador suizo), y el alemán Andreas von Karlstadt,[26] la santa cena era puramente simbólica; ellos negaban la presencia real del cuerpo y sangre de Cristo en el pan y el vino. (Esta postura llegó a ser la perspectiva más común en la Iglesia protestante, aunque los luteranos siguen afirmando la presencia real del cuerpo y la sangre en los elementos, y otras denominaciones afirman la presencia espiritual de Jesús en la santa cena).
Como resultado de esta discrepancia, Zuinglio y Lutero desataron una tormenta de panfletos el uno en contra del otro, en la cual Lutero declaró que Zuinglio y Ecolompadio eran fanáticos, que eran aún peores que los papistas y que estaban poseídos por el diablo.[27] En 1529, los reformadores claves fueron convocados al castillo de Felipe de Hesse en Marburg, con el propósito de armar un acuerdo doctrinal unánime entre los distintos partidos de la Reforma. Aunque todos llegaron a un acuerdo sobre 14 artículos, nunca lograron una resolución sobre el tema de la santa cena. En esa ocasión, Lutero escribió sobre la mesa la famosa frase hoc est corpus meum, “este es mi cuerpo,” subrayando la palabra “est”; este ES mi cuerpo… Para él, la presencia real de Jesús en la Santa Cena era innegociable. Al final, aun Zuinglio, tan bélico como era, buscaba tender un puente fraternal hacia Lutero, y con lágrimas en los ojos pidió su amistad. Y entonces Lutero respondió, “Apela a Dios, para que recibas entendimiento.” Así Ecolompadio respondió, “¡Apela a él tú mismo, porque tú lo necesitas tanto como nosotros!”[28]
Bueno, es feo que Lutero y Zuinglio se insultaran tanto, pero el maltrato a los anabautistas era bastante peor. Ya mencioné a los anabaptistas, subrayando que ellos eran separatistas con respecto al gobierno. Eran parte de la llamada Reforma radical, y su discrepancia clave con los otros reformadores se centraba en el bautismo. Los anabaptistas decían que solo se debe bautizar a creyentes, y no a infantes. Entonces, los Anabaptistas se bautizaron de nuevo como adultos, convencidos de que su bautismo como infantes no servía para nada (así adquirieron su nombre, porque “anabaptista” quiere decir “bautizado de nuevo”). Inicialmente muchos anabaptistas estaban viviendo en Zúrich, la ciudad de Zuinglio, pero Zuinglio era un pedobautista (es decir, bautizaba a los infantes), y entonces en 1525 la ciudad de Zürich decretó que cualquier persona que no bautizara a sus hijos sería expulsada de la ciudad.[29] En los años que siguieron, “Tanto en Zürich como en Ginebra se persiguió con lujo de violencia a los anabaptistas, sometiéndolos al destierro o a la muerte, ahogándolos en el río Limago o en el Ródano”.[30] Se estima que durante la primera generación de la Reforma, en total los reformadores y los católicos ejecutaron a más de 5.000 anabaptistas.[31] Resalto que la perspectiva sobre el bautismo de los anabautistas hoy en día es la perspectiva dominante en el protestantismo de las Américas.[32]
Hoy en día en las iglesias de las Américas, aunque no nos matamos, sigue siendo bastante común que un campo teológico tenga una actitud desdeñosa y de sentido de superioridad hacia representantes de otras perspectivas teológicas,[33] a veces dudando aun que personas de otra postura teológica sean “cristianos verdaderos” y no escatimando insultos o descripciones distorsionadas de la perspectiva del hermano.
Aportes desde el Nuevo Testamento
No se requiere una formación teológica muy avanzada para concluir que tal hostilidad entre representantes de distintas posturas teológicas deshonra al Señor. Repasemos brevemente algunos textos relevantes del Nuevo Testamento.
En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros. (Gál 5:14-15).
Pablo escribió esto a la iglesia en Gálatas precisamente en el contexto de disputas teológicas. Aunque Pablo está bastante comprometido con la integridad doctrinal, también deja en claro que la manera hostil como ellos discutían sus discrepancias era efectivamente una violación del mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo.
Sigamos pensando en lo que hemos aprendido acerca de la manera como Lutero y sus oponentes discrepaban y se ultrajaban mutuamente.
Hermanos, no hablen mal unos de otros (Stg 4:11)
¿Qué le dijo Lutero al Papa?
Tú eres más corrupto que cualquier Babilonia o Sodoma, y en lo que puedo ver, te caracterizas por un ateísmo totalmente depravado, desesperado, y notorio… Tu casa… ha llegado a ser la cueva de ladrones más licenciosa, el más descarado de todos los burdeles, el reino del pecado, la muerte, y el infierno. Es tan mala que aún el anticristo mismo, si viniera, no podría imaginar nada que añadir a su maldad.
Note el contraste con Pablo:
Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo (Ef 4:31-32).
¿Qué dijo Johann Cochlaeus sobre Lutero? “Lutero deseaba el vino y a las mujeres… Era un mentiroso, un hipócrita, un cobarde y un pendenciero… ¡Y no tiene ni una gota de sangre alemana en sus venas!”
Ahora, pensando en nuestro trato con personas de otras tradiciones cristianas con las que discrepamos, meditemos en Colosenses 3:
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto (Col 3:12-14).
No quiero dar a entender que la integridad doctrinal es de poca importancia, ni que debemos abandonar el celo por la verdad y por el florecimiento de la Iglesia. Más bien, estoy diciendo que el celo por un aspecto de la fe no justifica que descuidemos otros aspectos del cristianismo, por ejemplo, la bondad o el amor. Esto debe ser especialmente obvio cuando miramos la historia de la Reforma y observamos que, aunque Lutero entendía muchas cosas bien, también defendía posturas teológicas con las cuales la mayoría de los evangélicos de las Américas no están de acuerdo. Si esto pasó con alguien tan brillante como Lutero, uno de los genios teológicos de la tradición protestante, ¿cómo dudamos que también podemos caer en errores similares? Indudablemente, en caso de equivocarnos, quisiéramos que las personas que nos pudieran corregir lo hicieran con bondad y gentileza.
No olvidemos que, en su oración por los discípulos en la noche de su crucifixión, Jesús pidió por la unidad de sus seguidores:
No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí (Jn 17:20-23).
Según Jesús, una razón por la cual la unidad es vital, es porque nuestra armonía es un testimonio al mundo sobre la verdad de Jesús y el amor divino para todos los hombres.
Relevancia para Colombia
A la luz de estas reflexiones bíblicas, es vital que los evangélicos aprecien las otras denominaciones cristianas, puesto que a veces nuestro compromiso con nuestra denominación es tan fuerte que olvidamos que nuestra identidad primaria es la de ser cristiano y no la de ser miembro de una denominación.
Los seminaristas en la FUSBC habitualmente confiesan durante su segundo o tercer año que, al llegar al seminario, estaban seguros de que su denominación era la más fiel, la que tiene la mejor doctrina, la mayor medida del Espíritu Santo, etc. Dicen que les costaba darse cuenta de que los estudiantes de otras denominaciones piensan lo mismo sobre sus respectivas denominaciones. Pero después de vivir juntos, los estudiantes paulatinamente comienzan a ver que pueden estar muy agradecidos con su denominación y convencidos de la postura de su denominación, aunque lo fundamental es que todos son hermanos en la fe.
Sobre la actitud de amor que debemos cultivar aun en medio de nuestras disputas doctrinales, me parece muy sabio lo que Juan Wesley escribió sobre lo que significa ser un “verdadero protestante”; esto escribió en su “Carta a un católico romano”. El teólogo metodista de Hugo Magallanes cita la carta y comenta lo siguiente:
Un verdadero protestante ama a su prójimo, es decir, a cada persona, amiga o enemiga, buena o mala, como a sí mismo, como ama su propia alma, tal como Cristo nos amó. Y así como Cristo dio su vida por nosotros, está dispuesto a dar su vida por sus hermanos. Este amor se manifiesta en que no hace a otros, en ninguna circunstancia, lo que no quisiera que le hagan a él… No lastima a nadie, ni por palabra ni por acción. Es honesto y justo con todos sus superiores. No guarda odio ni maldad en su corazón. Se abstiene de habladurías, mentiras y calumnias; no salen palabras engañosas de su boca…” (Obras, 8:175). Según Juan Wesley, el verdadero protestante no es el que argumenta y acusa, sino el que demuestra el amor y la misericordia de Dios, particularmente hacia aquellos que no comparten nuestras ideas, prácticas, y tradiciones teológicas.[34]
Es valioso estar comprometido con su denominación, especialmente una denominación sana y saludable. Pero este compromiso con nuestra denominación no puede y no debe implicar enemistad con ninguna otra. Los otros pastores en nuestras ciudades son nuestros co-obreros, nuestros colegas, nuestros hermanos. Sé que en ciertos casos existe la tentación de indirectamente menospreciar o suavemente calumniar el ministerio de otra iglesia para enaltecer nuestro propio ministerio, pero obviamente no debemos buscar el éxito de nuestra iglesia a expensas de las virtudes cristianas. Así, en las nuevas 95 tesis elaboradas por los teólogos latinos en el libro Nuestras 95 tesis, la tesis 29 hasta la 32 tienen que ver con la unidad de la Iglesia.
29. Esa nueva reforma también requiere que nos deshagamos de nuestras divisiones y contiendas, para que en unidad de propósito podamos emprender la misión que nos ha sido encomendada en el momento presente. 30. La nueva reforma requiere una colaboración estrecha entre denominaciones, iglesias y tradiciones que tienen diversos dones. Unas tienen recursos económicos. Otras tienen una profunda vitalidad y celo evangelizador. Otras tienen amplia experiencia en la educación. Otras, en el servicio social y la defensa de la justicia. Nada de esto es propiedad de denominación o congregación alguna, sino que es don de Dios para la edificación de todo el cuerpo… 32. No reconocernos mutuamente como hermanos y hermanas es pecar contra quien le pidió al Padre “que todos sean uno, para que el mundo crea”. Es una actitud que requiere arrepentimiento, confesión y corrección.[35]
Así, como parte de la Iglesia reformada que siempre se debe reformar, que Dios nos ayude a realizar nuestras discusiones teológicas sin descuidar el amor fraternal.
Aceptación de la violencia
Hasta el momento he resaltado dos maneras en que la Reforma protestante requiere más reforma: la primera fue la distinción inadecuada entre la Iglesia y el Estado, y la segunda fue la falta de amor en las disputas doctrinales. La tercera manera en que sugiero que la Iglesia puede seguir reformándose está relacionada con las dos anteriores. En estas últimas páginas me enfoco en el tema de la violencia, porque en el siglo 16 con frecuencia los reformadores aplicaron la violencia para solucionar sus disputas doctrinales, y porque la falta de distinción entre la Iglesia y el gobierno resultó en la aplicación de “la espada” del Estado para avanzar en la causa protestante. A decir verdad, la Reforma fue una época de guerras religiosas.[36]
La violencia de la Reforma
Durante la Reforma sucedía que “los policías arrestaban a quienes no asistían a la iglesia; la excomunión religiosa incluía la pérdida de la ciudadanía y aun el destierro”.[37] Pero a veces las comunidades reformadas sencillamente mataron a personas que ellos consideraban herejes. Un ejemplo famoso es el caso del español Serveto, quien fue quemado vivo como hereje en 1553 en Ginebra (época cuando Calvino era un líder en la ciudad).[38] Casos similares sucedieron durante la Reforma en Inglaterra; la reina Elizabeth I quemó anabaptistas y Jacobo I también incendió a unos herejes con teologías similares a las de Serveto.[39]
Adicionalmente, los católicos y los protestantes se asesinaban unos a otros con mucha frecuencia. Durante mi doctorado, oraba muchas mañanas en la capilla de la universidad, una iglesia que se llama St Mary the Virgin. Fue el primer edificio oficial de la universidad cuando se fundó en el siglo 13, y así durante el proceso de la Reforma esta iglesia pasó de ser una iglesia católica a ser una iglesia protestante. Dentro de la iglesia, hay una placa que nombra a todos los cristianos, protestantes y católicos, que fueron ejecutados durante estos conflictos. Hasta el día de hoy en Oxford está marcado el lugar de la calle principal de la ciudad donde Hugh Latimer, Thomas Cranmer y Nicholas Ridley fueron quemados vivos por razón de su teología protestante.
A veces la violencia sobrepasó los límites de casos de herejía y los reformadores aún llegaron a fomentar la guerra por razones efectivamente políticas. Por ejemplo, consideren la Guerra de los Campesinos. Durante las primeras décadas de la Reforma, los príncipes alemanes habían llegado a ser más y más duros y explotadores con sus campesinos, subiendo los impuestos, limitando su acceso a las tierras comunes, prohibiendo a los campesinos cazar y pescar, manipulando los mercados, etc.[40] Consecuentemente, los campesinos se rebelaron en contra de la opresión. Pero Lutero, quien había sido tan protegido por Federico de Sajonia, no buscaba justicia para los campesinos, sino que incitaba la violencia contra ellos. Lutero escribió un panfleto en 1526 que se llama Contra las hordas ladronas y asesinas de campesinos y en este panfleto animaba a las autoridades a matar a estos campesinos revolucionarios: “¡Apuñale, hiera, mate a quien pueda!”, escribió el gran reformador.[41] Después de que la rebelión fue pisoteada por los príncipes alemanes, algunas personas criticaron a Lutero por no haber pedido misericordia para los campesinos derrotados. Él respondió que, durante la rebelión de los campesinos, cuando ellos estaban robando, quemando y saqueando, nadie hablaba de misericordia. Todos los campesinos hablaban de sus “derechos, derechos, derechos” y Lutero dijo, “hay que contestar a gente así con un puño… Es necesario desabrochar sus oídos con balas de mosquetes hasta que sus cabezas salten de sus hombros”.[42] El hombre que no temía alzar la voz en contra del Papa y en contra del Emperador del Sacro Imperio Romano apoyó los abusos de los príncipes alemanes.
Además, hubo reformadores al otro lado de la guerra de los campesinos. El reformador Thomas Münzter criticaba a los príncipes de Sajonia como anguilas que se aparearon con serpientes (es decir, los sacerdotes y los clérigos). Münzter participó en la guerra y la fomentó con lenguaje apocalíptico. Él aún convocó un grupo de insurgentes a un lugar llamado Frankenhausen y los inspiró a entrar en batallas contra los príncipes, prometiéndoles que Dios pelearía a su favor, que ellos eran invencibles. Él se equivocó, de manera grave. Después de la matanza de tal vez 6,000 campesinos, Münzter se escondió en el ático de una casa, pero sin éxito. Fue descubierto, torturado y decapitado.[43]
Para ser muy claro: la guerra de los campesinos sucedió dentro de Sajonia, el corazón de la Reforma, cuando la Reforma estaba en plena marcha, y había reformadores de los dos lados animando a la gente y sus líderes a participar en una violencia salvaje.
La Reforma no nos brinda muchos ejemplos de personas que querían evitar la violencia, salvo tal vez el ejemplo del gran líder anabaptista, Menno Simons. De pronto fue Menno Simons el que rescató el movimiento anabaptista de la ignominia después del vergonzoso comportamiento de Jan van Leiden en la ciudad de Munster (recuerden que Leiden fue el anabaptista que se declaró rey de la nueva Jerusalén en Munster, y que tenía 16 esposas). En contraste con Jan van Leiden, Simons abogó por un pacifismo completo, conforme a muchas de las enseñanzas de Jesús. El movimiento anabaptista que surgió en su nombre es naturalmente la denominación menonita. Desafortunadamente, el pacifismo de Simons es tan radical que muchos protestantes posteriores lo han descartado como demasiado idealista. Pero si buscamos un referente de la Reforma en contra de la violencia desmedida, de pronto debemos recuperar algo del testimonio de Menno Simons.
La violencia y la Iglesia de Colombia
Al reflexionar sobre cómo la Iglesia de Colombia puede pensar sobre la violencia a la luz de (y en contra de) la Reforma, no propongo entrar en un debate sobre los méritos relativos del pacifismo en comparación con la teoría de la guerra justa. Aún sin tocar estos temas, imagino que podemos ponernos de acuerdo en que la violencia es un flagelo que ha afligido y sigue afligiendo al país. Ni siquiera tenemos que tocar el conflicto entre el gobierno y la guerrilla y los paramilitares y los carteles; solo tenemos que salir de nuestras propias puertas, porque la violencia está en nuestros barrios, con las pandillas que mantienen su control de la zona a través de la aplicación de una violencia a veces sádica. A decir verdad, ni siquiera tenemos que salir de las puertas, porque la violencia está en las casas.
Entonces, para concluir este capítulo, quiero reflexionar sobre un texto del Antiguo Testamento que en gran manera me viene a la mente cuando pienso sobre la historia reciente de Colombia. Este relato está en Jueces 19-21.[44]
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Alguna vez había un levita que tenía una concubina. Después de una pelea, ella huyó del levita y volvió a su padre. El levita la siguió, la recuperó, y el padre de la concubina la devolvió al levita. Ellos comenzaron su viaje de regreso a la casa del levita, pero se puso el sol y ellos fueron obligados a pasar la noche en Guibeá, una ciudad en la región de Benjamín. Un solo hombre les ofreció hospitalidad, un hombre de Efraín (la región donde vivía el levita) y no de la tribu de Benjamín. Parece en ese momento del relato que solo hay un buen hombre en esa ciudad, un anciano de Efraín.
Aquella noche los hombres de Guibeá salieron y tocaron la puerta del anciano. Le exigieron que les soltara al levita para que ellos pudieran violarlo. La solución que esos dos hombres “buenos” sugieren ante esta situación es ofrecer la concubina y la hija del anciano a la turba para satisfacer sus deseos sexuales. El levita agarra a su concubina y la tira de la casa y los hombres de la ciudad pasan la noche violándola hasta que ellos la sueltan y ella colapsa frente a la casa del anciano. Al amanecer, el levita abre la puerta de la casa y ve a su concubina tendida en la entrada, con las manos en el umbral de la casa. “Levántate, vámonos,” dice el levita, sin compasión. Pero ella no le contesta, de modo que él agarra un cuchillo y corta a su concubina en 12 pedazos, mandando un pedazo a cada una de las tribus de Israel, diciendo, “Piensen en esto, considérenlo, y tomen la palabra” (Jue 19:30).
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Se estima que 40%[45] de las mujeres en Colombia han experimentado la violencia física o sexual a manos de sus parejas. Cuando uno toma en cuenta el abuso emocional o psicológico, estas cifras suben a 60 o 70%.[46] Las cifras de abuso físico solamente disminuyen un poco dentro de las iglesias evangélicas, pero la incidencia de abuso emocional sube para miembros de iglesias evangélicas. También un estudio reciente de evangélicos en Ecuador descubrió que 60% de los evangélicos fueron víctimas de violencia doméstica física como niños, y que 40% de las mujeres evangélicas reconocen haber sido víctimas de violencia sexual cuando eran niñas.[47] Esto quiere decir que muchas de las mujeres e hijos en nuestras iglesias, muchas de las hermanas y niños que levantan sus manos con nosotros durante la adoración, también viven con hombres que alzan manos violentas contra ellas. “Piensen en esto, considérenlo, y tomen la palabra.” (Si usted busca recursos para enfrentar la violencia doméstica en su iglesia, por favor consulte la nota anterior).
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Al recibir el cuerpo descuartizado de la concubina, las demás tribus de Israel se sienten horrorizadas, y con razón, por la violación brutal de la concubina (aunque no parece que les inquieta la brutalidad del levita). En reacción, ellos deciden entrar en guerra en contra de la tribu de Benjamín. Las batallas son salvajes, y la matanza que resulta es aún peor. El ejército de los israelitas, al vencer a los benjaminitas, decidió eliminar no solamente a los guerreros, sino también a los habitantes de todas las ciudades de la tribu de Benjamín, matando a casi todos sus niños y mujeres. Los hijos de Israel cometieron genocidio en contra de su hermano. Personas de Benjamín cometieron atrocidades, es cierto, pero la respuesta de Israel fue peor, y el victimario se volvió víctima.
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En Colombia, se han cometido atrocidades. La reacción natural de las víctimas es con frecuencia buscar la venganza. A veces la venganza resulta en barbaries aún más reprehensibles. La guerilla comete una atrocidad, los paramilitares responden con algo peor, y las nuevas víctimas se alinean en contra de los nuevos victimarios y las olas de venganza y salvajadas se multiplican y se propagan hasta que todos tienen justificaciones razonables para su odio y su rabia y parece que todos, en su sed de venganza, han llegado a ser victimarios de otros inocentes, dando a luz una nueva generación de victimarios, hasta que todos son culpables, y nadie es inocente, y nadie puede imaginar una salida.
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Al ver que la tribu de Benjamín está a punto de desaparecer (porque ellos habían asesinado las mujeres y los niños de Benjamín), las otras tribus lamentan su decisión, pero por razón de haber jurado que nunca darían sus hijas en matrimonio a un benjaminita, ellos tienen que buscar una manera alternativa de encontrar nuevas mujeres para los sobrevivientes de Benjamín. Entonces arman dos planes. En primer lugar, suben a Jabes-Galaad, a una ciudad que no participó con ellos en el genocidio de Benjamín, y los israelitas exterminan a filo de espada a todos los hombres y todas las mujeres no-vírgenes de la ciudad. Después secuestran las vírgenes para ser esposas de los benjaminitas (cabe aclarar que una virgen en esa época habitualmente era lo que nosotros consideramos una menor de edad). Pero solamente logran capturar 400 chicas así, entonces buscan realizar otra atrocidad para complementar la cifra. Suben a la ciudad de Siló, donde está en marcha una festividad religiosa, y cuando las jóvenes salen para tomar parte en esta celebración religiosa, los benjaminitas las secuestran, y las toman para sí como sus esposas, que quiere decir, las violan. Efectivamente, la violación y el homicidio de una mujer, la concubina, ha resultado en el homicidio de miles de inocentes y en centenares de violaciones de jóvenes inocentes. Este es el ciclo diabólico de la venganza y la violencia, nos cuenta el libro de Jueces. “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor”.
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Aquí en Colombia, la violencia y la venganza marcan nuestra realidad cotidiana. Está en nuestros barrios y en los hogares de nuestras congregaciones. Pero el siglo 21 no tiene que ser como la época de los jueces. Hoy en día sí hay un rey, no en Israel sino en el trono celestial, de modo que no tenemos la libertad de hacer lo que nos parece mejor, sino que somos llamados a ser los testigos y agentes de la voluntad divina en el mundo. Entonces hago eco de las palabras del Levita, “Piensen en esto, considérenlo, y tomen la palabra.” Que lo consideremos mejor que el levita, mejor que las tribus de Israel, mejor que los reformadores. Que nuestro Rey, el Mesías crucificado, nos ayude.
Bibliografía
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Smith, James K.A. Letters to a Young Calvinist: An Invitation to the Reformed Tradition. Grand Rapids: Brazos, 2010.
[1] Christopher M. Hays, La relevancia de la Reforma protestante para la iglesia evangélica de Colombia en el siglo XXI (Sincelejo: AIEC, 2017).
[2] Orlando O. Espín, “A 500 años de la tesis de Lutero: una perspectiva católica”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 378-80.
[3] Lutero no buscaba crear una nueva Iglesia y a lo largo de su vida siempre creyó que no había dejado la Iglesia, aunque el liderazgo en Roma le había excomulgado. Espín, “A 500 años de la tesis de Lutero”, Kindle locations 409-10.
[4] Espín, “A 500 años de la tesis de Lutero”, Kindle locations 378-80.
[5] Espín, “A 500 años de la tesis de Lutero”, Kindle locations 402-05.
[6] Además, cabe resaltar lo que sucedió en las décadas que siguieron: una reforma católica, un movimiento dentro de la Iglesia Católica que sanó varias de las enfermedades y distorsiones en contra de las cuales los reformadores protestaron. Por ejemplo, la literatura teológica y mística de santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz, junto con la fundación de las órdenes de las Carmelitas Descalzas y los Carmelitas Descalzos respectivamente, crearon las condiciones para renovar la espiritualidad cristiana en conventos y órdenes monásticas y en la espiritualidad cotidiana de los creyentes… La orden de los jesuitas—la Sociedad de Jesús, fundada por san Ignacio de Loyola— representa un ejemplo importante de trabajo misionero para la iglesia universal. Mientras que las reformas protestantes estaban en todo su fulgor en Europa, los jesuitas extiendieron su ministerio al continente asiático. El trabajo misionero de Francisco Javier y Roberto de Nobili, en Goa y en otras regiones del sur de la India, y el de Mateo Ricci en la China, son modelos interculturales e interreligiosos de misión cristiana… Primero, todos ellos aprenden el lenguaje y la cultura del contexto (y en algunos casos de los contextos) donde ejercen su ministerio misionero. Como fuera en los casos de Nobili y Ricci, sus prácticas misionales interculturales encarnan la declaración paulina: “Me he hecho débil a los débiles…”.
Carlos F. Cardoza Orlandi, “La Reforma del siglo dieciséis y la misión cristiana: lecciones para la iglesia de hoy”, en Nuestra 95 tesis: a 500 años de la reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlanda, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 3385-96.
[7] Salatiel Palomino López, “La Reforma desde una perspectiva reformada y latina”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 893-95.
[8] James K.A. Smith, Letters to a Young Calvinist: An Invitation to the Reformed Tradition (Grand Rapids, MI: Brazos, 2010), 29.
[9] Patrick Collinson, The Reformation: A History, Modern Library Chronicles, vol. 19 (New York: Modern Library, 2006), Kindle locations 731-36.
[10] Citado en Harold J. Recinos, “La Reforma desde una perspectiva de justicia social: una lectura desde los crucificados”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para le Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 2905-07.
[11] Collinson, The Reformation, Kindle locations 785-89.
[12] Cardoza Orlandi, “La Reforma del siglo dieciséis y la misión cristiana: lecciones para la iglesia de hoy”, Kindle locations 3357-49.
[13] Cardoza Orlandi, “La Reforma del siglo dieciséis y la misión cristiana: lecciones para la iglesia de hoy”, Kindle locations 3359-60.
[14] Collinson, The Reformation, Kindle locations 1871-74.
[15] En reacción a esto, el rey Enrique VIII de Inglaterra—quien famosamente fomentó la Reforma en Inglaterra porque independencia del Papa le permitió casarse seis veces—dijo “este es un libro que yo y todos los reyes deben leer.” Collinson, The Reformation, Kindle locations 1732-35.
[16] Collinson, The Reformation, Kindle locations 949-51.
[17] Collinson, The Reformation, Kindle locations 966-67.
[18] Collinson, The Reformation, Kindle locations 993-1004. Todas las traducciones desde el inglés son del autor de este artículo.
[19] Collinson, The Reformation, Kindle locations 1690-92.
[20] 1 de Pedro 2:13-14 expresa una perspectiva similar, “Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien” (cf. Is 45:1).
[21] Oscar Romero, “Homilia del 23 de marzo de 1980”, http://www.sicsal.net/romero/homilias/C/800323.htm, último acceso 25 de julio de 2017.
[22] Cardoza Orlandi, “La Reforma del siglo dieciséis y la misión cristiana: lecciones para la iglesia de hoy”, Kindle locations 3362-68.
[23] “Nuestras 95 tesis”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle location 3712-17.
[24] Martín Lutero, “The Freedom of a Christian”, en Harold J. Grimm (ed.), Luther’s Works, vol. 31: Career of the Reformer I (Minneapolis: Fortress, 1957), 336.
[25] Citado en Collinson, The Reformation, Kindle locations 783-85.
[26] ¡Él también se casó con una chica de 15 años!
[27] Collinson, The Reformation, Kindle locations 918-22.
[28] Collinson, The Reformation, Kindle locations 927-31.
[29] Juan Francisco Martínez Guerra, “Una Reforma incompleta: las 95 tesis de Lutero desde una perspectiva anabaptista”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle locations 1242-45.
[30] Palomino López, “Una perspectiva reformada”, Kindle locations 942-47.
[31] Martínez Guerra, “Una Reforma incompleta”, Kindle locations 1270-71.
[32] Martínez Guerra, “Una Reforma incompleta”, Kindle locations 1313-14.
[33] Con respecto a los calvinistas en particular, véase Smith, Letters, 10-11.
[34 ] Hugo Magallanes, “La Reforma protestante desde una perspectiva latina y metodista”, en Nuestras 95 tesis: a 500 años de la Reforma, ed. Alberto L. García y Justo L. González (Orlando, FL: Asociación para la Educación Teológica Hispana, 2016), Kindle location 1684-94.
[35] “Nuestras 95 tesis”, Kindle location 3759-68.
[36] Collinson, The Reformation, Kindle locations 156-59.
[37] Palomino López, “Una perspectiva reformada”, Kindle locations 942-47.
[38] Eruditos de Calvino buscan defenderlo, mostrando que Calvino había pedido que Serveto sea decapitado, en vez de quemado. Collinson, The Reformation, Kindle location 1115-20.
[39] Collinson, The Reformation, Kindle locations 1115-20.
[40] Collinson, The Reformation, Kindle locations 2035-37.
[41] Martín Lutero, “Contra la hordas ladronas,” http://escriturayverdad.cl/wp-content/uploads/ObrasdeMartinLutero/15211525Contine/1525ContralasHordasLadronas.pdf, último acceso 25 de junio de 2017.
[42] Citada en Collinson, The Reformation, Kindle locations 2058-63.
[43] Collinson, The Reformation, Kindle locations 850-61.
[44] Lo que sigue es un resumen de algunas reflexiones elaboradas por el autor en conjunto con el Dr. Milton Acosta en un artículo pendiente de publicación. Agradezco los aportes del Prof. Acosta desde su pericia sobre el libro de los Jueces.
[45] 39,7% han sido físicamente abusadas por el esposo o novio en la vida, 22% durante los últimos 12 meses; Sarah Bott, Alessandra Guedes, Mary Goodwin y Jennifer Adams Mendeza, Violence against Women in Latin America and the Caribbean: Summary Report: A Comparative Analysis of Population-Based Data from 22 Countries (Pan American Health Organization, 2013), 6.
[46] Diana López-Ávila, “Conoce las cifras de violencia doméstica y empoderamiento de la mujer en América Latina,” Gente saludable (blog), último acceso 25 de julio de 2017, https://blogs.iadb.org/salud/2016/03/04/empoderamiento-de-la-mujer/.
[47] Para los resultados de estudios rigurosos y detallados de la violencia en contra de la mujer en las iglesias evangélicas de América Latina, véase el trabajo excelente de la ONG Restaura, especialmente Mandy Marshall, “Dia 15: resultados del estudio de base en latinoamérica,” Restored, http://www.restoredrelationships.org/news/2014/12/09/dia-15-resultados-del-estudio-de-base-en-latinoamerica/, último acceso 25 de julio de 2017. Restaura también ofrece un paquete gratis de recursos para iglesias que buscan enfrentar la violencia doméstica: http://www.restoredrelationships.org/resources/info/115/, último acceso, 25 de julio de 2017.