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Novena Edición

Año 7 Segundo Semestre 2016

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Reseña bibliográfica

Jhohan Centeno, Mg.

Jhohan Centeno es teólogo de la FUSBC (2007) y magíster en e-learning de la UNAB (2011). Ha sido Ministro Autorizado de la Iglesia Cristiana Cuadrangular. Se ha desempeñado en la administración de educación teológica desde 2007 y actualmente es profesor y jefe de Educación Virtual en la FUSBC

Thomas, Brian. Wittenberg vs Geneva: A Biblical Bout in Seven Rounds on the Doctrine that Divide. Irvine, CA: New Reformation Publications, 2015.

En un país como Colombia, en la que la mayoría de cristianos protestantes son de corte evangélico o pentecostal y no de corte reformado, es válido preguntarse ¿Por qué leer un libro sobre las diferencias doctrinales entre luteranos y calvinistas? La respuesta sencilla a esta pregunta es: por el gran aporte que la comprensión de esta discusión hace a nuestra fe en temas cruciales como salvación, bautismo o santa cena. En el presente libro, el pastor luterano Brian Thomas presenta, en un formato ameno, completo y fácil de entender, las discusiones más espinosas que han acompañado los últimos cinco siglos a la teología reformada. Haciendo un acercamiento doctrinal entre las tradiciones luterana y calvinista y los puntos donde su comprensión de la fe se divide, el pastor Thomas parte, en cada capítulo, de dos principios básicos para la comprensión y el diálogo entre las posiciones que presentará en el libro. El primer principio es el que dice que el texto bíblico debe leerse, hasta donde sea posible, en su sentido natural (literal); el segundo, es el que afirma que la Escritura interpreta a la Escritura, como una base fundamental para la interpretación bíblica. Estos dos principios serán primordiales, en el diálogo que propone el autor, aún por encima de cualquier tradición evangélica. La discusión se centrará en la comprensión de la expiación, la predestinación, la palabra sacramental, el bautismo, la cena del Señor y la perseverancia en la fe. En cada uno de estos capítulos el autor presentará las dos posiciones y los pasajes bíblicos que las sustentan enfatizando aciertos o dudas en las mismas.

Expiación

¿Por quién murió Cristo? Esa es la pregunta inicial para entender el tema de la expiación. La respuesta calvinista es que Cristo solo murió por los elegidos, mientras que el luteranismo ve el sacrificio de Cristo hecho por todo el mundo. El autor cita algunos pasajes como Juan 1:29; 3:16-17; 6:37-39; 17:9; 1 Timoteo 2:3-4; Tito 2:11; 2 Pedro 2:1; 3:9 y 1 Juan 2:2 para mostrar, desde su perspectiva, por qué los calvinistas se equivocan frente a este punto interpretativo. Por el contrario, para la defensa de la posición luterana, presenta una distinción entre la justificación objetiva y la justificación subjetiva, mencionando que Jesús muere por los pecados de todo el mundo (justificación objetiva) pero que es en la relación individual con él que su gracia se hace efectiva (justificación subjetiva).

Predestinación

Frente a este tema, el autor presenta primero la postura luterana en torno a la predestinación llamada positiva o para salvación. Las razones principales que arguye esta posición incluyen: Dios no es el autor del mal o el pecado, la elección eterna de Dios no es solo previo conocimiento sino manifestación de la gracia en Cristo, la predestinación solo puede generar descanso al cristiano cuando es vista a lo largo de la Escritura y la comprensión de los propósitos de Dios y su consejo en Romanos 8:28-30. En ese sentido, para la posición luterana la elección de Dios es la forma en la que se entiende la “predestinación simple” en la que debemos recordar que la elección para salvación es el centro del evangelio, es decir, es el evangelio puro. La posición calvinista parte del doble decreto; es decir, como una inferencia lógica, se entiende que si existe un grupo de personas que está destinado por Dios para salvación, entonces, lógicamente, los que no están en ese grupo están predestinados por Dios para condenación. Siguiendo la confesión de Westminster, Thomas menciona que este acercamiento implica que Dios ha elegido a unos para condenación. El autor presenta entonces a la luz de las confesiones de Fe los aciertos y desaciertos de ambas posiciones, pero hace énfasis en los puntos ciegos de la postura calvinista.

La palabra sacramental [1]

Antes de transitar por la diferencia en la comprensión de los sacramentos (bautismo y Santa Cena) que hay entre luteranos y calvinistas, el autor nos presenta la forma en que se administra el sacramento (poniendo especial atención a la posición luterana). Inicialmente, él encuentra un punto en común del cual partir y hace la salvedad de que los reformadores, siguiendo el pensamiento de Agustín, concuerdan en que el sacramento es una señal física de una realidad espiritual, la cual resulta mucho más profunda que el solo acto. Entonces, se hace necesaria para la comprensión posterior de la discusión de los sacramentos mostrar cómo, mientras para el calvinismo la predicación de la Palabra es prioritaria dentro de la iglesia aun frente a los sacramentos, el luteranismo considera en igualdad de prioridad a los sacramentos y la predicación, dado que sin comprensión del sacramento la predicación degenera sólo en información, y sin predicación el sacramento termina siendo sólo magia.[2] Más adelante, en medio de la discusión, el autor ampliará la idea de por qué mientras para la posición calvinista el sacramento es sólo un símbolo o señal, para el luteranismo el sacramento es símbolo y significado en sí, por lo que cada palabra en su aplicación es vital.

El Bautismo

La comprensión del bautismo requiere una breve mirada al uso del agua en la Escritura, especialmente en Ezequiel 36:24-27. Después de una revisión de la comprensión de este pasaje, el autor muestra la similitud de ambas posiciones frente al bautismo, en el sentido de su aplicación. En ambas tradiciones las personas de cualquier edad pueden ser bautizadas, incluso los infantes; en ambas se ve como parte de la comprensión salvífica y como signo de pertenecer a la comunidad. La pregunta del capítulo no tiene que ver entonces con el cómo (forma) sino con qué hace el bautismo (efecto). A través de diversos pasajes en el Nuevo Testamento, se muestra cómo el bautismo cumple diversas funciones, entre estas: hace discípulos (Mt 28:18-20); salva (Mr 16:15-16; 1P 3:21); perdona pecados (Hch 2:37-39; 22:16); nos une con Cristo (Ro 6:3-5; Gá 3:26-28); regenera (Jn 3:5; Ti 3:4-6); y santifica (Ef 5:25-27). La diferencia más grande que el autor presenta entre las dos posiciones, como respuesta a la pregunta de “¿qué hace el bautismo?”, es que mientras para la comprensión luterana el bautismo es señal y símbolo de cada cosa mencionada en los textos citados, para los calvinistas, siguiendo a Sproul, el bautismo es solo una señal, así como el sello del rey representaba la autoridad del rey pero no era el rey en sí, el bautismo lleva a la salvación pero no es salvación en sí. El autor resaltará que para la perspectiva luterana el bautismo no es sólo señal de salvación sino salvación en sí.

La Cena del Señor

El tema de la cena del Señor requiere dos capítulos para su tratamiento en el desarrollo del libro; el primero se enfoca en la forma como se ve a Cristo en la cena (en cuanto a la unión de sus dos naturalezas), mientras que el segundo lo hace en la forma en que tenemos perdón y la presencia de Cristo en la cena. Si bien en las dos posiciones se explica que la presencia de Cristo es real en la cena, el punto en discusión es el cómo está él presente en ella. En esencia, el calvinismo lucha con la idea de la presencia local de Cristo quien, a la luz de la Escritura, se encuentra a la diestra del Padre. Frente a este punto, la posición luterana considera que los múltiples pasajes que representan esta posición están mostrando una metáfora antropomórfica, dado que la Biblia también nos dice que Dios es espíritu. En este caso, el luteranismo apela a tres formas diferentes en las que la presencia de Cristo se manifiesta en la Escritura y cómo, aunque la presencia de Cristo no se circunscribe a la cena del Señor, él sí está presente en esta. El debate prosigue al mostrar cómo la comprensión de la iglesia de la era patrística en la historia de las dos naturalezas de Cristo –tal y como está consignada en el credo niceno–, ilustra la forma en la que los luteranos entienden la cena, al igual que los pasajes en los que Cristo camina sobre el agua (Mt 14:25-26) o ingresa al aposento cerrado donde están reunidos los discípulos (Jn 20:19). Para el luteranismo, negar la presencia real de Cristo en la cena es no comprender la persona de Cristo.
La segunda parte de la discusión sobre la cena está más relacionada con la forma en la que se cumple con el sacramento: quiénes pueden participar del mismo, cómo lo instituyó el Señor y qué implica para la vida del creyente, resaltando aquí nuevamente que la posición calvinista enfatiza el modo espiritual del sacramento mientras que el luteranismo apela a la consubstanciación en la cena.[3] Es llamativo que algo que debiese llamarnos a la unidad al rogar “Señor Jesús ven pronto”, se haya convertido en un elemento de tanta confusión y discusión.

Permanecer en la fe verdadera

En este último capítulo, el autor presenta la discusión en torno a la perseverancia de los santos, el último de los cinco puntos con los que usualmente se entiende al calvinismo y en el que su mayor discusión se da con la posición arminiana, más que con la doctrina luterana. La posición reformada establece que una persona que ha sido regenerada por la obra del Señor no podrá caer de la gracia, lo que comúnmente se expresa como “una vez salvo, siempre salvo”. El luteranismo resalta que esta doctrina no tiene sustento bíblico y en este capítulo, siguiendo diversos puntos en común y pasajes bíblicos, muestra el por qué de esta afirmación, indicando que en la Escritura, si bien se habla de la preservación de aquellos que han sido elegidos, a la vez se nos advierte sobre no abandonar la fe. Para el autor, el peligro de la apostasía (desarrollado en Hebreos 6) es real para la vida del creyente que, si bien está regenerado, se enfrenta al pecado. Además, dentro de la posición luterana se contempla la posibilidad de que la gracia pueda ser resistida, elemento que no es posible para la posición calvinista. En todo caso, aún frente a las dudas que pueden llegar a “paralizar” nuestra fe, la Escritura invita al creyente a confiar, lo que sería el equivalente de la posición calvinista, es decir, una invitación a perseverar.

Conclusión

El pastor Thomas invita en su libro a conocer los puntos doctrinales en los que difieren ambas corrientes teológicas. Como evangélico pentecostal, creo que es de mucho valor para la iglesia contemporánea entender la discusión y las perspectivas mencionadas, no porque el análisis sea neutral o totalmente objetivo, sino porque nos lleva a repensar la posición propia frente a asuntos doctrinales difíciles a los que, como iglesia, comúnmente respondemos desde un solo lado de la fe, sin considerar la profundidad o complejidad de los mismos. Para el lector, tanto reformado como no reformado, esta será una buena oportunidad para comprender los temas en discusión, tanto desde su perspectiva, como de la opuesta.


[1] Dentro del luteranismo, el sacramento tiene importancia tanto en el símbolo como en el significado del mismo; por esta razón, no solo resulta importante el símbolo en sí sino las palabras (la oralidad) que se utilizan para la administración del símbolo.
[2] Thomas, Wittenberg Vs. Geneve, 56.
[3] Entendida la consubstanciación en términos de que en la cena, la presencia de Cristo es tan real como el vino y el pan sin levadura.
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