Séptima Edición
Año 6 Segundo Semestre 2015
La herejía en Colosenses 2:16-23 y su trascendencia en la iglesia evangélica
Paola Renata Peluffo, estudiante de Teología de la FUSBC (modalidad virtual),
con asesoría del profesor Roberto Simons
A lo largo de la historia, han surgido herejías como consecuencia de una mala interpretación de la Biblia. La Palabra de Dios es veraz y está contenida en las Sagradas Escrituras, las cuales son inspiradas por Dios mismo. Una herejía consiste en una falsa enseñanza, la cual desvirtúa la verdadera revelación bíblica verdadera y trae consigo una influencia nociva para el creyente, haciéndolo correr el riesgo de alejarse de Dios. La primera parte del presente ensayo explora las características de la herejía a la que alude Colosenses 2. En segundo lugar, presenta una falsa enseñanza que circula en algunas iglesias evangélicas en nuestros tiempos, la cual guarda cierta concordancia y similitud, en algunos aspectos, con las características de la herejía presentada por Pablo en Colosenses. Por último, el ensayo culmina con una exhortación a la iglesia, sobre no dejarse engañar por la falsa enseñanza moderna.
La herejía en Colosenses: un sincretismo entre la filosofía y la religión (Col 2:16-18)::
La comunidad de Colosas estaba conformada en su mayoría por gentiles, aunque también albergaba cierta población judía, la cual ejercía influencia sobre dicha comunidad. Allí surgió una mezcla de legalismo judío, especulación filosófica griega, y misticismo oriental, lo que se ha identificado como un sincretismo entre las costumbres judías y algo de proto-gnosticismo que encontró cierto arraigo en la comunidad.[1]
Sustitución de Cristo por ángeles (Col 2:18). Este es uno de los dos componentes principales de la herejía, y es precisamente el de desconocer la centralidad y supremacía de Cristo como plenitud de la Deidad y cabeza de la iglesia. En esta herejía se da igual importancia a los ángeles que a Cristo, como si él necesitara ser suplementado por estos seres creados.
Suposición errónea acerca del espíritu y de la carne. La influencia filosófica griega en dicha herejía suponía que lo único bueno era lo del espíritu y por tanto, si Dios es bueno, no podía haber creado la materia, pues ella es mala. Este proto-gnosticismo promovió el ascetismo para el que “la materia se consideraba inferior al espíritu y el cuerpo físico era una barrera para la vida santa”.[2] Pablo advierte en Colosenses acerca del peligro de ser engañados con estas filosofías. A ello se refiere Col 2:4: “Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas” (RVR1960).[3]Así también en Col 2:8: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Encuentro interesante y muy particular la siguiente descripción: “La falsa filosofía es como un hombre ciego que busca en un cuarto oscuro a un gato negro que no está allí, o como aquella ciencia mediante la que estudias mucho y sabes cada vez menos, hasta que llegas al punto de saberlo todo acerca de nada”.[4]Finalmente, respecto a la premisa de que el cuerpo es malo, Burt dice:
“la revelación divina nos enseña que el ser humano entero, tanto en su aspecto físico como en su aspecto espiritual, fue creado “bueno en gran manera” por Dios al principio, y que tanto el cuerpo como el alma se mancharon y se arruinaron a causa del pecado”.[5]
El intelectualismo. El hecho de ser intelectual no es en sí un problema. El problema surge cuando se trata de sustituir o complementar a Cristo por medio del conocimiento humano. Uno de los componentes de la herejía de Colosas consistía en pensar que solamente mediante el conocimiento se podía tener la salvación, razón por la cual estaban más cerca de ser salvos aquellos que intelectualmente eran considerados como superiores.
El culto a los ángeles. Este culto era practicado por los falsos maestros. Pablo lo registra en Col 2:18: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal”. Aunque no es sabido con exactitud en qué consistía este culto ni qué formas tomaba, se puede suponer que enseñaba que los seres celestiales (espíritus astrales o gobernadores de las esferas planetarias) eran sumamente poderosos y temibles, por lo cual debían ser complacidos mediante el culto a ellos. De otro lado, enseñaba que estos poderes angélicos eran intermediarios entre Dios y los hombres y su función era la de interceder ante Dios por los seres humanos, haciendo probable que los falsos maestros inculcaran en el pueblo el culto a estos seres.[6]
Los rudimentos del mundo.Los llamados rudimentos del mundo, aludidos en Col 2:20a, son considerados por algunos estudiosos del tema como los “espíritus de las estrellas” o “poderes angélicos demoníacos”. El gnosticismo sostenía que el Dios Padre Supremo emanó del mundo de los espíritus “justos” y que de él procedieron los seres finitos sucesivos (EONES), uno de los cuales (Sofía) dio a luz a Demiurgo, creó el mundo “maligno” material, junto con todas las distintas cosas orgánicas e inorgánicas que lo constituyen.[7]Los falsos maestros guardaban cierta lógica al seguir el pensamiento de que la materia era mala en sí misma, y enseñar que el mundo había sido creado por una serie de emanaciones angélicas. Lo que se ha comprendido del anterior concepto es que Dios, como fuente original, creó a un ángel, y este ángel a otro, y así sucesivamente. Finalmente el último ángel creó el mundo tal como lo conocemos. Esta filosofía niega la inmanencia de Dios, aunque reconoce su trascendencia.[8]Pablo responde ante esto con Col 2:9, dejando muy claro que: “en él [Jesucristo] habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.
Del proto-gnosticismo al gnosticismo.Lo que se ha dicho hasta ahora, haciendo referencia al gnosticismo, realmente se considera como un gnosticismo rudimentario o como otros lo han llamado, un proto-gnosticismo, ya que para la época, el gnosticismo aún no se había desarrollado de manera sistemática, sin embargo, ya existían algunos de sus elementos primarios. Hemos aludido aquí a algunos de ellos. Estos elementos proto-gnósticos eventualmente dieron lugar a lo que se conoce propiamente como gnosticismo propiamente.[9]
Los preceptos ceremoniales y ascéticos. Los falsos maestros señalaban a la comunidad cristiana de Colosas la obligatoriedad de observar determinados preceptos judíos ceremoniales y ascéticos como medio de santificación. Pablo alude a uno de esos preceptos, el de la circuncisión, en Col 2:11: “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo”, al igual que el del sábado, días de fiesta y comidas en Col 2:16: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo”.
El ascetismo como única salida al pecado.El ascetismo consistía en la autonegación. Para ello, se basaba en en el concepto de la oposición entre la materia y el espíritu. Por un lado, está el cuerpo con sus necesidades y deseos, y por el otro, está el espíritu y su naturaleza divina. Los falsos maestros promovían, por ejemplo, conductas como la del maltrato al cuerpo por amor al espíritu (practicada por los estoicos) y como forma de liberarse del pecado. De ello se colegía que la renuncia a la carne y al mundo le permitían al creyente alcanzar un nivel espiritual superior. Pablo, por lo contrario, enseña que Cristo perdonó nuestros pecados y anuló el acta de condenación que había contra nosotros. (Col 2:13-14).
El libertinaje total.El concepto de la oposición entre la materia y el espíritu generó un tipo de conducta muy diferente al del ascetismo, consistente en el libertinaje total, el cual encontró en los epicúreos la premisa de que “si te gusta y te sientes bien, hazlo”, adoptando así prácticas libertinas con actitudes licenciosas y sin barreras.[10]
Las reglas dietéticas y las observancias religiosas.Burt señala cinco temas legalistas enseñados por los falsos maestros y mencionados en Colosenses por el apóstol Pablo. Los cinco temas están divididos en dos grupos: reglas sobre comidas y bebidas; y reglas sobre días sagrados. Los cinco temas son: comida, bebida, día de fiesta (anual), luna nueva (mensual), y los días de reposo. Los falsos maestros enseñaban que el camino a Dios consistía en una serie de prohibiciones superficiales, banales y llenas de normas caducas que nada tenían que ver con las enseñanzas gloriosas acerca de la persona y obra de Cristo. Es Cristo mismo quien nos ha liberado de una religión de leyes y normas y nos ha introducido en una relación vital con Dios. Debemos defender nuestra libertad y resistir todo intento de volver a las cadenas de una religión legalista.[11] Al respecto Pablo señala en Col 2:16-17: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”, y en Col 2:21: “tales como: No manejes, ni gustes, ni aún toques”. Es importante abstenerse de comer o beber algunos alimentos, ya que pueden ser perjudiciales para la salud de nuestro cuerpo, pero no por pensar que dichos alimentos puedan dañar el alma y alejarnos de Dios. La santidad tiene que ver con la limpieza del corazón y la purificación de motivos por la obra del Espíritu de Cristo, no con una larga lista de observancias externas.[12]
||||
La actual corriente de los llamados apóstoles y profetas ::
En algunas iglesias de hoy, que se perciben así mismas como evangélicas, ha venido surgiendo una corriente de los llamados apóstoles y profetas, los cuales han comprendido inadecuadamente el don de profecía y por esto han hecho un mal uso de lo que es la profecía como tal. Esta corriente es herejía, al desvirtuar la revelación de Dios y la centralidad de Cristo. En esta corriente, con demasiada frecuencia, Cristo es utilizado más como un medio manipulable que como el fin mismo del cristiano.
La revelación y las visiones particulares en la iglesia actual. Al igual que en la comunidad de Colosas, vemos como en estas iglesias los falsos maestros no se caracterizan por su adherencia a la revelación de Dios. No suelen ser fieles a las Sagradas Escrituras. Así pues, fundan la herejía en cosas como la experiencia subjetiva, los mensajes que dicen que Dios les ha dado revelación por intuición espiritual. A falta de revelación divina, los herejes acuden a supuestas revelaciones visionarias.[13] Aunque es cierto que en la Biblia encontramos la revelación de Dios, así como las visiones dadas a algunas personas, como Ezequiel, no es de creer a toda visión como proveniente de Dios. Es de la mayor importancia distinguir la proveniencia divina de estas visiones de las que proceden del pensamiento humano solamente, o peor aún, del mismo enemigo de Dios, es decir, del diablo. La falta del necesario discernimiento ha dado lugar a la acogida numerosa de algunas de estas herejías de nuestros tiempos (Ver 1Tes 5:19-22).
Los profetas y la profecía como centro de la iglesia.Los falsos maestros deslumbran a la gente ignorante y sedienta de conocimiento. Estas personas engañan con falsas predicciones a aquellos que creen a ciegas que, efectivamente, Dios revela a través de los falsos profetas ciertos asuntos que tienen que ver con el destino de sus vidas. De esta manera estos falsos profetas han cobrado gran fuerza protagónica en los feligreses, a tal punto que la predicación de la Palabra de Dios y Cristo mismo, han pasado a un segundo plano. Al igual que en la comunidad de Colosas, los falsos maestros actuales en vez de ser humildes siervos de Dios, sujetos a la autoridad divina y sometidos a la Palabra, se alzan ellos mismos como fuente de toda autoridad espiritual, alimentándose de las alabanzas de los creyentes, el reconocimiento público y del deseo carnal de sentirse importantes y figurar ante su iglesia como seres sabios y en relación íntima con Dios.
Búsqueda de señales futuras.En estas iglesias la Palabra de Dios y su predicación pasa a un segundo plano, allí lo que prima es la profecía, la revelación y las visiones que pueden dársele al creyente. Ello hace que la gente acuda más por la expectativa de lo que le van a decir, que para conocer cada vez más de Cristo y de su Palabra. Los seres humanos en su condición innata son curiosos, tienen sed natural por conocer su futuro, y este tipo de manejo religioso hace que dicha sed se ahonde cada vez más. Es triste ver como piden señales y depositan su confianza en los predicadores porque Dios les dijo tal o cual cosa. En este orden de ideas, de alguna manera se trata de poner al reino de Dios en el mismo nivel de los consultorios de predicciones mágicas y astrológicas.
||||
Jesucristo como cabeza de la iglesia::
Este segmento procura dar claridad sobre algunos aspectos cristocéntricos y de sana doctrina que desdicen de las prácticas heréticas en algunas de estas iglesias.
Como cristianos debemos tener muy claro quiénes somos en Cristo y quién es Cristo para nosotros como iglesia. Colosenses 2:10-12 lo muestra claramente: “y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos”. No solo es Cristo la cabeza de la iglesia, sino que también en él adquirimos su naturaleza divina, es por él y en él que morimos al pecado y resucitamos a una nueva vida. Si como cuerpo de Cristo, la iglesia se desvincula de él, que es la cabeza, no podrá crecer, no se edificará y perderá todo rumbo divino al irse alejando de Cristo. Esto es lo que lastimosamente producen las enseñanzas heréticas, el alejamiento del pueblo de Dios por caminos contrarios a Cristo. Es por Cristo que crecemos y somos nutridos como iglesia (Col 2:19).
La pérdida del enfoque.Según Blomberg, “se puede caer en la herejía por una mentalidad demasiado amplia, o por una demasiado estrecha”[14]. La pérdida del enfoque en Cristo es cuestión de desconocimiento y de carecer de una mentalidad estructurada consistente con los principios y doctrinas cristianas. Cristo es la Palabra misma, el Verbo, el Logos, por tanto desvirtuar la Palabra de Dios es desvirtuar a Cristo mismo. Cristo es el centro de toda la Escritura. Cristo es la razón de ser de todo cristiano. En cuanto a la Palabra de Dios, Pablo destaca la importancia de la relación del cristiano con ella (Col 3:16).
La supremacía de Cristo.En Cristo están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col 2:3); en él está toda la plenitud de Dios (Col 2:9); en él, sólo en él y no en ninguna otra cosa, se encuentra nuestra plenitud (Col 2:10). Toda nuestra esperanza de salvación, de santificación, de crecimiento y de maduración se cifra en él. En otras palabras, la vida cristiana es Cristo.[15] Cristo es supremo y superior a todo cuanto existe (Col 1:15-19). Adicional a esto, Cristo obtuvo la victoria sobre todo principado por medio de su muerte en la cruz (Col 2:15).
El riesgo de caer en la superstición, el misticismo y la influencia espiritual.El falso misticismo puede hacer caer al cristiano en supersticiones e influencias espirituales malignas que se hacen pasar por seres de luz. Es un gran riesgo y una irresponsabilidad de parte de un maestro, profetizar a los feligreses sin antes tener un verdadero discernimiento del Espíritu Santo. “El misticismo enfatiza la luz interior y se olvida de la luz verdadera. Puede confundir a la verdad con la experiencia personal. De esta manera se puede caer en idolatría en la que se rinde culto a seres o cosas diferentes a Dios”.[16] Es por esto, que traigo a colación la cita de Col 2:18: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal”. El don de profecía debe estar al servicio del Señor, con discernimiento y con fines específicos que sólo el Espíritu Santo revela de acuerdo a la voluntad de Dios. Cristo es supremo ante todo, es el centro de la Biblia, por él todas las cosas son creadas. Él es nuestra razón de ser como iglesia y sólo unidos a Cristo como cabeza, seremos edificados y santificados.
El celo por la sana doctrina. Las enseñanzas falsas desprecian el carácter único y completo de la obra de Cristo.[17] Los cristianos debemos ser sumisos, vigilantes, obedientes, y sujetos a las sanas enseñanzas de Cristo (Col 2:6-7). Pablo enfatiza el celo especial por la sana doctrina de Cristo, ya que por ella somos edificados como iglesia y podemos mantener una comunión con el Padre. Pablo también nos advierte en contra de las enseñanzas erróneas, al decir “que nadie os engañe” (Col 2:4); “que nadie os haga cautivos” (Col 2:8); “que nadie se constituya en vuestro juez” (Col 2:16); y “que nadie os defraude de vuestro premio” (Col 2:18).[18]
Conclusión
A manera de conclusión, se puede decir que la comunidad de Colosas estaba siendo fuertemente influenciada por una herejía compleja, de un sincretismo judeo-proto-gnóstico, la cual consistía en desplazar a Cristo de su preeminencia en todo. Por tanto Pablo escribe desde la prisión, la carta a los Colosenses, la cual presenta un alto contenido cristocéntrico en la que les exhorta a no dejarse engañar por filosofías y huecas sutilezas. Al igual que en Colosas, en nuestra iglesia evangélica actual también se presentan herejías como la de la falsa profecía, en la que muchos creyentes son engañados y alejados de Cristo. Es por esto que el presente ensayo concluye con una exhortación, desde la Palabra de Dios y específicamente desde la carta a los Colosenses, para que los cristianos tengamos claro y muy arraigado en nuestra mente y corazón, la supremacía de Cristo y que por él y en él tenemos una verdadera vida.
||||
Obras citadas::
Blomberg, Craig L. “Definición neotestamentaria de la herejía (o, ¿Cuándo Jesús y los apóstoles se enojan de verdad?)”. Kairós, n°. 39 (2006): 37-59.
Burt, David F. Cristo En Vosotros: Colosenses 1:24-2:19. Barcelona: Publicaciones Andamio, 2006.
Mather George A. y Nichols Larry A. Diccionario de creencias, religiones, sectas y ocultismo. Barcelona: Clie, 2001.
Willmington, Harold L. Auxiliar bíblico portavoz: un caudal de información bíblica. Michigan: Portavoz, 1995.