Decimocuarta Edición
El concepto de justicia desde la mirada de Amós
Jennifer Porras Pabón
Estudiante de último año de la FUSBC. Docente del Instituto Ministerial de Medellín desde el año 2016 y estudiante en formación de las Escuelitas de Predicación Langham
Resumen
El libro de Amós levanta una denuncia en contra de las prácticas y los conceptos que perpetúan y promueven la injusticia. Describe el concepto de injusticia como toda aquella práctica que condena al otro a una situación de vulnerabilidad, opresión e incluso, contempla la indiferencia como una forma de injusticia. Además, invita al pueblo a entender la relación con el otro, a ver la práctica de la justicia, la bondad y la misericordia con los demás como una expresión de la voluntad de Dios y como muestra de su carácter.
El análisis del contexto histórico, las voces que se expresan en el libro y los textos explícitos respecto al tema de la justicia permiten identificar y analizar características y pautas importantes en la comprensión del concepto de justicia en el Antiguo Testamento. Amós socava la idea de la adoración a Dios exclusivamente como un acto ritual y más bien relaciona el culto con una ética social y una conducta recta y compasiva como elementos inseparables en la adoración a Dios. Así que, el profeta enseña al pueblo que la forma correcta de relacionarse con Dios es desde una conducta centrada en la justicia y no desde los rituales y sacrificios vacíos.
Palabras clave: Justicia, rectitud, misericordia, justicia social.
Introducción
El presente texto abordará los aportes fundamentales que hace el libro de Amós a la comprensión de la justicia. Amós describe como injusticia toda aquella práctica que condena al otro a una situación de vulnerabilidad y opresión e invita al pueblo a entender la relación entre el otro, la práctica de la justicia, la bondad y la misericordia con los demás. En primera instancia se expondrán los elementos más relevantes del contexto histórico. En segundo lugar, se presentará una síntesis del rol de Amós, luego una síntesis del rol de Dios, en cuarto lugar se abordará algunos textos seleccionados de Amós que iluminen la comprensión de la justicia en el libro. Finalmente, se presentará una síntesis de la visión de justicia en Amós.
Para el momento en el que profetiza Amós se evidencia una pobre comprensión de la justicia en tanto que el pueblo de Israel estaba oprimiendo, en algunos casos, y mantenía en el olvido, en otros, a los miembros más vulnerables de la sociedad. La denuncia y el rechazo a las prácticas sociales por parte de Dios a través del profeta se dan por el abandono, el abuso, la explotación y las injusticias de los sectores poderosos. Amós describe ampliamente distintas formas de injusticia y hace hincapié en la justicia que está directamente relacionada con el trato a los demás. Socava la idea de la adoración a Dios como culto y sacrificio exclusivamente, antes bien, identifica la relación entre el culto, la ética, la conducta y la justicia como elementos inseparables en la adoración a Dios. Así que, el profeta enseña al pueblo que la forma correcta de relacionarse con Dios es desde una conducta centrada en la justicia y no desde los rituales y sacrificios vacíos.
Contexto histórico del libro de Amós
El contexto sociopolítico del reino del Norte era complejo. La actividad profética de Amós se da en el reinado de Jeroboam II (792-740 a.C).[1] 2 Reyes 14:25-27 pone sobre la mesa la acción de Jeroboam II de restablecer las fronteras de Israel,[2] esa extensión es la sucesión de una serie de reconquista y poder que venía acumulando el reino del Norte bajo el mando de Joás,[3] ya que por esta época “Asiria y Siria eran débiles”.[4] De modo que, con la libertad que había logrado, la extensión de tierras y los buenos recursos económicos obtenidos por la agricultura, la industria textil y el tinte, el reino de Israel consolidaba una era gloriosa de prosperidad conocida en la era de Salomón.[5] Sin embargo, aquí es donde viene lo complejo, esta aparente prosperidad escondía una descomposición social profunda y desgarradora,[6] como diría Mosquera en su libro: “tal prosperidad, como ocurre siempre, no llegó a las bases de la población”.[7]
Así las cosas, se observaba, de un lado, el poder, prosperidad y aparente bienestar. Pero, de otro lado, estaba la descomposición social con todas sus posibles expresiones y la corrupción religiosa con todas sus posibles expresiones. Como indica Alonso Schökel en su comentario, las injusticias, la brecha entre ricos y pobres, el problema de los prestamistas y los altos intereses, las trampas legales y el soborno se constituyen como el centro de la denuncia y el motivo del castigo a la nación, del mismo modo la religión era asunto de rito sin la más mínima influencia en la vida diaria del pueblo.[8]
En semejante escenario le toca al profeta irrumpir y destapar la nefasta realidad de la que Dios mismo estaba asqueado. A continuación se abordará un perfil general de los defensores de la justicia en el libro de Amós y lo que representa en la comprensión de la justicia.
Defensores de la justicia en el libro de Amós
En el estudio del tema de la justicia es preciso y relevante definir de quién es la voz denunciante o a quién le interesa tanto esto que se dedica a interpelar. El libro de Amós permitirá definir un breve perfil del hablante y lo que este representa en la comprensión de la justicia.
Dios. En la historia de Israel “Dios ha hecho todo lo posible, ha recordado las obligaciones, ha llamado al orden, ha repetido las amenazas, en un esfuerzo por convertir el pueblo a la fidelidad”, [9] pero el pueblo parece no escuchar, aun después de haber regresado del exilio hay la sensación de que el pueblo no comprende. En Amós Dios llama al orden y declara juicio, interviene en la historia mostrándose no como juez distante, sino, en palabras de Alonso Schökel: “el Señor es la parte ofendida que se querella contra el ofensor, prueba su propia inocencia y la culpa del otro, ejerce su derecho a la justicia vindicativa”.[10] De modo que Dios es un agente activo en la historia de las naciones que vela por una configuración social que represente sus demandas.
“El Dios de Amós es un Dios de paciente providencia moral”,[11] referencia a la profunda relación que hay entre la misericordia y la ira, aunque la segunda solo llega tardíamente. Además, el castigo de Dios, en el libro tiene una intención principal y es que el pueblo se vuelva al Señor, que se conviertan a él en los términos correctos y con un conocimiento y praxis verdadera de quién es Dios.[12]
El Dios que enuncia Amós en sus primeros seis oráculos se ocupa de seis principios básicos de la conducta humana, tiene eco específico en las relaciones con el otro dentro del marco de las obligaciones y actitudes con los hermanos y los más débiles.[13] Vuelve y actúa en favor de los oprimidos como lo hizo ya una vez por Israel y se muestra como el iniciador, promotor y ejecutor de la justicia social.[14] En el resto del libro, Dios reprocha y saca a la luz con gran voz de rechazo y condena a todo aquel que ha pervertido el sentido de justicia. Amissah lo define como el “protector” de todos aquellos que eran víctimas del “depredador”. El grupo de víctimas que Dios defiende son los צדיק (tsadiq) דל (dal) אביון (evyon) ענוים (anavym) עני (oni) מוך (mukh) מחסור (makhsor) מסכן (misken).[15] Estos términos indican que dichos grupos de la sociedad poseen una gran imposibilidad de hacer algo por sí mismos a su favor, son víctimas en varios espectros de la sociedad. Así las cosas, Dios toma el rol de protector y sale a enfrentar al grupo de depredadores que está abusando y oprimiendo a los más vulnerables. Asurmendi categoriza a esos depredadores en “comerciantes (8:4-8), jueces (5:7, 10-12; 6:12), responsables políticos y militares, y a su cabeza el rey (6:1-3, 13-14; 7:9), damas ricas (4:1-3) y por último a Amasías (7:10-17)”.[16] Un amplio espectro de posiciones socioeconómicas y religiosas que coinciden en su conducta perpetuadora y promotora de la injusticia.
Para Carroll, YHWH es el juez justo que juzga la injusticia en todos sus niveles y por esto rechaza la violencia, la separación entre la dimensión ética y la adoración y que ahora, llama a un encuentro cara a cara a Israel para anunciar su muerte en el juicio.[17] A YHWH le interesa el derecho internacional y la justicia en las relaciones.[18] De modo que, en palabras de Wolff: “la intervención de Yahvé no la provoca un capricho, sino un examen o juicio insobornable”.[19] Además, la soberanía de Dios sobre todos los pueblos es una realidad indiscutible en la historia del ser humano, “YHWH es el liberador y el conductor de todos [los pueblos], de la misma manera que es el juez de todos”.[20] Para Wolff “Amós habla de Dios, cuya causa son las necesidades de todos los hombres, también los extranjeros, la causa de YHWH es la causa de los hombres indefensos, sin connotaciones nacionalistas”.[21] YHWH y su gobierno son lo principal en el libro, su poder es incomparable, juzga las injusticias de su pueblo y de otras naciones, y su participación en la vida social del pueblo revela la calidad de justicia que exige.[22]
Evidentemente el Dios al que adoraba el pueblo en los lugares altos (4:4-5; 5:21-26) era una imagen distorsionada de lo que agradaba a Dios y de lo que él demandaba. El conocimiento de Dios debía llevarlos a cultivar una relación entre el pueblo y Dios que trascendiera de modo horizontal expresándose hacia el prójimo.[23] Así las cosas, el reino de Israel se resquebrajaba desde sus tejidos sociales más profundos y YHWH sería el encargado de denunciar, enjuiciar y llamar al arrepentimiento.
El profeta. El nombre Amós posiblemente sea derivado de la raíz hebrea del verbo “portar” y una posible interpretación es “portador de la Palabra”.[24] Era de la región de Tecoa (1:1) y de él solo se sabe algo de su oficio (1:1; 7:14). El profeta fue llamado a declarar la imputación de cargos a las naciones y a Israel, a declarar juicio y castigo contra la clase social opresora (2:6-8; 3:9-10; 4:1-3; 8:4-6), pero también a denunciar a la clase religiosa cómplice, silenciosa y perpetuadora del error de sus dirigentes (5:18, 21-23; 6:1; 7:17). Así las cosas, Amós presenta una denuncia clara en cuanto a la mala comprensión y errónea práctica de la justicia en el pueblo de Israel.
Amós, el profeta más antiguo de Israel,[25] también conocido como el “profeta de la justicia”,[26] y famoso por su declaración de “laico”,[27] abre una etapa del profetismo en el que la solución es la destrucción.[28] Wolff declara que nadie antes de él había anunciado un derrumbamiento tan total y completo.[29]
Para Amós la justicia esperada por Dios tiene que ver con actividades prácticas sociales que se traduzcan en la eliminación de la opresión, la explotación y la ayuda a los necesitados.[30] Él intenta transformar a Israel en una sociedad justa más que en una sociedad de ritos vacíos y esto se constituyó como los grandes inicios de la profecía clásica.[31] Así mismo, Amós proclama el verdadero sentido de la justicia social, vela y se esfuerza para que la justicia sea establecida en Israel.[32] El profeta apela a la razón de ser de la ley la cual denota la relación entre Israel y su Dios.[33]
Amós no es un personaje involucrado en la élite religiosa; de hecho no le interesa sacar provecho de ser reconocido como “vidente” (7:12). Es un habitante, pastor y cultivador de higos (7:14) de la región del reino del Sur que ha sido llamado por YHWH a profetizar a su pueblo. Wolff indica que el mismo profeta se desmarca de cualquier práctica o acusación de corrupción y deja en claro que lo que está comunicando es por encargo de Dios.[34] No se deja encasillar por el sacerdote y el discurso nacionalista y patriota que imperaba en la época.[35]
Amós demuestra el carácter propio de un profeta, se asombra ante la palabra del Señor, intercede e insiste en favor del pueblo (7:2, 5). Él no se pregunta si es justo o no el castigo, más bien intercede y apela al perdón de Dios para el pueblo.[36] En las dos primeras visiones el Señor escucha el ruego del profeta pero ante la tercera visión Amós queda desarmado. La imagen del muro y la plomada (7:7-9) lo dejan sin argumentos, el mal está adentro, el efecto de este es inminente, no tiene sentido que interceda.[37] Amós es el vocero de Dios. Sin embargo, Dios es quien envía su palabra y está interesado en desenmascarar toda comprensión errónea de la justicia. A continuación se abordarán las secciones temáticas más prominentes en el libro dentro del marco de la justicia.
Panorama del libro: el concepto de justicia
Siendo que el libro de Amós aborda en diferentes secciones el tema de la justicia y hace hincapié de modo particular en cada una de ellas, a continuación se estudiarán los textos que han sido seleccionados para iluminar la comprensión del tema de la justicia.
Amós 1-2: Denuncia y juicio a las injusticias. El libro de Amós inicia con una serie de acusaciones contra las naciones extranjeras. Sin embargo, el peso mayor de las acusaciones recae sobre Israel. Amós 2:6-1 constituye el inicio de una serie de oráculos centrados en la denuncia de los pecados que ha cometido el pueblo y en las exigencias que Dios le hace.[38]
Estos dos primeros capítulos contienen la denuncia y el castigo a siete naciones extranjeras (Damasco, Filistea, Tiro, Edom, Amón, Moab y Judá),[39] usando el recurso numérico n+1 enuncia el delito de la nación que ha hecho rebosar la copa y “perder la paciencia”.[40] En estos siete primeros oráculos hay acusaciones específicas seguidas de amenazas específicas.[41] Lejos de que estos pecados representan agresiones contra el pueblo de Dios, más bien se concentra en las relaciones de justicia entre los pueblos vecinos de Israel,[42] la síntesis de las denuncias del profeta a las seis primeras naciones extranjeras son la crueldad de la guerra, el comercio de esclavos, compra y venta de ellos, falta de compasión, la codicia exacerbada, ofensas hechas a un muerto, de modo que la tragedia de la impiedad, crueldad de la guerra y esclavitud son los protagonistas.[43] Alonso, por otro lado, enlista los pecados de Judá en las filas del desprecio por la ley y en consecuencia lógica la idolatría.[44] Hayes organiza los siete primeros oráculos en dos grupos así:
- Grupo 1: los oráculos van dirigidos a Damasco, Gaza, Amón y Moab donde las declaraciones de ofensas son breves y los desastres venideros más largos
- Grupo 2: los oráculos van dirigidos a Tiro, Edom, y Judá tienen declaraciones de ofensas pero ninguno contiene una fórmula atributiva al final.[45]
Más allá de un claro gobierno de Dios sobre todas las naciones sorprende el profundo rechazo a las condiciones que atentan contra el otro y que presupone la defensa por los más vulnerables. Las naciones extranjeras lo hacen contra otros pueblos, pero Israel lo hace dentro de sus fronteras: oprime, explota y comete injusticias en contra de sí mismos.[46] Se les denuncia desde estropear las tierras de cultivo hasta comercialización de esclavos y la destrucción ignominiosa.[47]
En el oráculo de juicio contra Israel (2:6-16), el cual es provocado por las transgresiones del pueblo, el profeta protesta por la falta de dignidad con que los israelitas tratan a los suyos y que están en condiciones vulnerables.[48] A diferencia de los oráculos anteriores, este posee largas declaraciones de ofensas, largos pronunciamientos de los desastres, y dos fórmulas atributivas “así dice YHWH”.[49] De modo que los oráculos contra Israel irrumpen la secuencia literaria en forma y estilo, además de resaltar la gravedad de las denuncias a Israel. Los agravantes de estos oráculos se observan en que aquellos que tienen la posibilidad o la responsabilidad de ayudar o apoyar son quienes propician y propagan toda clase de injusticia. Sin embargo, Amissah describe cómo en 2:13-16 el “Protector” castigará a aquella élite quitando y despojando su poder y fuerza.[50] El 2:6 describe lo irrisorio del caso pero que en últimas lleva a la injusticia. Sicre distingue siete pecados:
Desprecio hacia la persona del deudor, esclavitud por deudas ridículas, humillación u opresión de los pobres, desprecio hacia los humildes, abuso de los débiles, falta de misericordia en el problema de los préstamos y mal uso de los impuestos (o de las multas).[51]
Amós 3:1-4:3: Lujo, hedonismo e indiferencia. Siguiendo una estructura quiástica, los capítulos 3 y 4 tienen en su centro la afirmación de que “Israel no sabe actuar con rectitud”.[52] Esa incapacidad de actuar rectamente es definida por Sicre como una “corrupción íntima que los cierra al bien”.[53] Carroll señala que el lenguaje usado por el profeta en esta sección destila muerte, y el agente que trae destrucción es el Señor quien es representado por un león que ruge y que hiere a su presa, por medio de pequeños oráculos da pequeños detalles de la destrucción anticipada y serán las naciones vecinas los testigos.[54] Luego de dar por sentado el agente, el autor bíblico describe el juicio. El capítulo 3 contiene tres pequeños oráculos que inician con la frase “así dice el Señor”.
Los versos 9-11 describen nuevamente acusaciones contra los poderosos, ellos viven en el lujo gracias a violencia y el crimen; eso, en consideración del profeta, son los palacios en los que viven.[55] El profeta intenta describir los palacios con sus verdaderos cimientos. Con lo que realmente están construidos estos lugares es con asesinatos y robos.[56] El verso 12 pone en paralelo al animal o rebaño con el pueblo que será descuartizado. Todo lo anterior será presenciado por las naciones (v.9) y será la destrucción de todas aquellas estructuras e instituciones tanto religiosas como políticas y lugares de “protección”.
La sección 4:1-3 invoca, culpa y castiga a la clase alta usando imágenes significativas como insulto irónico.[57] Su manifiesto hedonista sin ética es expresado ante la vida lujosa producto de la opresión, y tendrían un lugar específico el día del juicio.[58] Amós no se limita solamente a formular una acusación sino que lo acompaña con un castigo.[59] El término que inicialmente usa el autor para expresar burla es usado en el v.3 como un hecho absoluto, ellas serán tratadas como animales que desfilan hacia el destierro.[60] Por medio de los verbos, רָצַץ, עָשַׁק (ashaq y ratsats) que traducen oprimir y maltratar evidencian abuso de poder, falta de misericordia y participación de ellas en la injusticia; un tercer verbo es el expresado en la frase הָבִיאָה וְנִשְׁתֶּה (haby’ah benishteh) ¡tráigannos de beber! es entendido por Sicre como injusticia indirecta, a ellas solo les importa la buena vida.[61]
Amós 5: Reprobación del culto y la justicia social. El capítulo 5 se constituye como la prueba de que la institución que administra justicia agrava o soluciona los problemas. Esta institución está haciendo todo lo contrario a su razón de ser: silencia al testigo honrado, decide en contra del pobre, recibe soborno, manipula la justicia para beneficio personal.[62] De modo que para Amós la justicia es clara: es asunto de velar por el otro, de dolerse por el otro movido internamente a actuar teniendo en cuenta al otro.
Amós utiliza la endíadis וּצְדָקָה מִשְׁפָּט (mishpat y tsedaqah) tres veces en el libro y el vocablo מִשְׁפָט (mishpat) una sola vez, dos de las tres veces la endíadis aparece en el capítulo 5 al igual que el vocablo מִשְׁפָט (mishpat). La primera (5:7) se usa para mencionar a los perpetradores de la injusticia y condenar la extravagancia religiosa.[63] El segundo uso de la endíadis se da en 5:24 para condenar la injusticia e invitar a la práctica de la justicia y el derecho.[64] Un análisis de los términos hebreos permite identificar la relevancia del tema de la justicia en el libro de Amós. Tsedaqah traduce “rectitud, derecho”, “lo que va en conformidad con la verdad y con una norma establecida”.[65] Tiene un profundo sentido relacional con ecos fundamentales en las acciones prácticas que desembocan en hacer lo correcto, tiene en cuenta demandas éticas y relaciones que reflejan el carácter de Dios.[66] Constituye la base de las relaciones interpersonales, aplicada a todas las esferas tanto de la vida individual como de la vida comunitaria. Por eso se exige que el funcionario público –rey, juez, príncipe, sacerdote, profeta– fuera justo (íntegro, recto). Mishpat en términos generales expresa lo que “debería ser” o un “veredicto correcto”.[67] También se define como “recto ordenamiento de la sociedad”.[68] De manera que Mishpat es la justicia que permite que el bien y lo necesario esté al alcance de todos los miembros de una sociedad. Este sentido de la justicia permite entender el aspecto de lo social y lo justo como elementos de carácter público y que deben cobijar a todos los miembros de una población. Mishpat y tsedaqah tenían que ser aplicadas en los juicios, en las transacciones comerciales, en la vida litúrgica, en la ética, en las relaciones familiares e interpersonales, etc. De manera que podría hablarse de una relación recíproca entre estos dos términos en la medida en que la práctica de uno (צְדָקָה la tsedaqah) hace posible la construcción del otro (מִשְׁפָט la mishpat) y este (mishpat) a su vez provee un escenario justo para todos.
Amós en su llamado por restablecer la justicia social en Israel condena las acciones que constituyen injusticia.[69] El verbo דָּרַשׁ (darash) se repite en vv. 4, 5, 6, 14 funciona como una posibilidad de cambio.[70] Es decir, si le buscan posiblemente ¡vivan! Sin embargo, el lector de Amós entra en un profundo desasosiego: se le anticipa su “muerte” y luego se le presenta una “puerta de esperanza”, pero cuando siente que el profeta ha empezado a hablar en términos conocidos como “buscar al Señor (v. 4)”, Amós invierte todos los conocimientos acerca del culto y reprueba las acciones hechas en los tres altares (v. 5).[71] Así las cosas, les dice ¡busquen! Pero no como lo están haciendo hasta ahora. Socava la práctica de la búsqueda y define su verdadero sentido (v. 14, 15).
El profeta Amós lucha para corregir una imagen equivocada acerca de Dios. Israel celebraba a un dios nacionalista que no cuestionaba el pecado socioeconómico y lucharía siempre a su favor (7:13). Por eso, el culto y los santuarios son el blanco principal de su crítica (3:14; 5:4–6, 21–27; 7:9; 8:5; 9:1).[72] Amós evidencia la fuerte contradicción que reinaba en el pueblo entre la adoración en el culto y el conocimiento de Dios. YHWH había llevado hambre (4:6), sequía (4:7-8), destrucción de cultivos (4:9) y guerra (4:10) y aun así ellos celebraban.
Lo anterior corresponde a una breve observación de algunos de los textos más sobresalientes del libro de Amós que aportan a la comprensión del tema de la justicia. Con base en los puntos desarrollados hasta ahora se presentará una visión general del tema de la justicia en Amós.
Visión de la justicia en Amós
Para Sicre el concepto de justicia no es uniforme en todos los profetas del Antiguo Testamento; cada uno de ellos se expresa con absoluta libertad y usando libremente el vocabulario.[73] En Amós encontramos que el tema de la justicia tiene que ver con una profunda relación con hacer el bien.[74] Además, expone, por lo menos en los dos primeros capítulos, el sentido básico de la justicia a nivel nacional pero también internacional.[75] Amissah indica que “la mayoría de las ocurrencias deוּצְדָקָה מִשְׁפָּט en la Biblia hebrea se puede traducir como justicia social especialmente en el contexto de ayudar a los vulnerables a salir de su situación”.[76] Por esto, en términos del libro, se contempla una visión estrecha de la justica y la acción social. Vale la pena, en este punto, plantear que esta propuesta de lectura del libro de Amós toca la realidad de hoy día, de manera que se pudiera pensar en cómo Amós puede corregir algunas perspectivas y conceptos populares de algunos evangélicos que distan del concepto bíblico de la justicia.
El libro de Amós manifiesta ampliamente las verdaderas expectativas divinas en cuanto a la justicia,[77] denuncia toda interpretación errónea de esta y las prácticas dañinas que perpetúan la injusticia. Así las cosas, Amós presenta una denuncia clara en cuanto a la mala comprensión y a la práctica errada de la justicia en el pueblo de Israel. Asurmendi indica que todas las acusaciones dirigidas contra Israel tienen que ver con su conducta en el terreno de la justicia social.[78] El tema de la justicia recorre todo el libro de Amós. Textos como 2:6-16; 3:9-10; 4:1-3; 5:7-17; 8:4-8 acuñan acusaciones de tipo social donde se desprecia el comportamiento explotador, el olvido de Dios y de sus exigencias, la autosuficiencia militar y en últimas la eliminación del otro, que es resultado de olvidarse de Dios.[79]
Amós anuncia el castigo y lo hace explicando el motivo, cuatro menciona Alonso: lujo, injusticia, falso culto y falsa seguridad religiosa. Aunque el problema no eran los lujos en sí mismos, más bien este elemento cuestiona la compasión solidaria con los acontecimientos del pueblo de Dios, y señalan que el lujo y las riquezas son producto de la injusticia y la opresión, de distintas formas, pero opresión al fin y al cabo.[80] El asunto religioso simplemente agrava la situación. El pueblo adoraba a quien no conocía y ofrecía sacrificios a una idea de Dios muy distinta a la correcta. No se trataba de holocaustos ni de santuarios, esa no era la voluntad de Dios, las condiciones enunciadas anteriormente no son compatibles con una vida religiosa agradable a Dios. De hecho, ser pueblo de Dios no los eximía de vivir conforme a sus mandamientos, al contrario, al obedecer sus mandamientos y comprender la razón de ser de ellos, el pueblo reflejaba la voluntad y el carácter de Dios en su relación con él y con la sociedad. El rotundo rechazo a la ley, la absoluta distorsión de la imagen de Dios y la profunda brecha social eran las razones que tenía Dios para enviar castigo sobre Israel. Sin embargo, en el centro del libro se halla la invitación abierta a Israel: “Búsquenme y vivirán” (5:4-6), aun anunciando un inminente castigo abre la posibilidad de salvación basada en la búsqueda pero esa búsqueda debe estar alineada a las expectativas de Dios. Primero les dice lo que no es “buscar” y en 5:14-15 les indica a qué se refiere Dios con buscarle: “buscar el bien e instalar la justicia”.[81] Israel que vive en el autoengaño religioso es llamado por Dios a un encuentro verdadero con él y el sufrimiento y la desgracia que les avecina tiene como fin último llevarles al arrepentimiento.[82]
La búsqueda del bien es definida por Carroll como uno de los ejes principales del libro, como él lo llama “una ética de las virtudes”.[83] Carroll también indica que “el bien tiene un componente muy tangible y cotidiano, crucial para el bienestar, aun la sobrevivencia de los menos afortunados”.[84] El bien es comunitario, no se encierra en lo individual, más bien guarda relación con el pacto, de modo que “hacer el bien es cumplir con obligaciones de solidaridad social para gozar de la plenitud de la generosidad y protección divina”.[85] En últimas el bien supremo es YHWH y quien hace posible la visión de armonía social.[86]
Amós denuncia tanto actitudes internas, que revelan el corazón de los opresores, como la conducta externa. Denuncia la falta de sensibilidad social que, según Sicre, conduce al desprecio y desinterés por los vulnerables, el lujo porque este es la evidencia de la opresión de los débiles (4:1) y el comercio fraudulento (8:4-6), desenmascara el mal uso del poder de quienes gobiernan, descalifica la buena vida (2:8) y la adquisición de bienes (5:11) que eran resultado del mal uso de recursos de aquellos que estaban en el poder.[87] De hecho, el problema radica en los efectos de esa política. El ciudadano israelita no valía en sí mismo, importaban sus aportes de impuestos y aumentaba el círculo de injusticias, derroche, opresión y pobreza. Amós va un paso más allá en sus denuncias y se opone a todo acto que, aunque se llame “legal”, agravia a otra persona, no hay ninguno que pueda justificarse ante tales delitos.
Amissah declara que “la justicia social en Amós es una iniciativa divina para ser ejecutada por los seres humanos”.[88] y que Dios es el iniciador de la justicia social, la cual defiende los derechos de los pobres y los necesitados.[89] Es “el protector” y lo describe como el liberador de oprimidos, demandante de la justicia social, vengador y derrocador de la injusticia. Este mismo autor, citando a Coote menciona que la justicia de YHWH significa salvar a los que no tienen poder.[90] YHWH es la encarnación de la justicia social y vela porque se establezca en Israel.[91]
Mosquera ve que el pecado denunciado en Amós tiene profundas connotaciones sociales, puesto que se refiere a las relaciones interpersonales: “Todo aquel que hace injusticia a su prójimo, todo aquel que no tiene misericordia de su semejante, todo aquel que viola los derechos de los demás, todo aquel que explota a los más débiles está cometiendo un grave pecado”.[92]
En síntesis, los israelitas debían seguir el ejemplo de Dios en sus relaciones. El comportamiento que Dios espera de Israel en respuesta a sus beneficios se sitúa por tanto, en este oráculo, en el nivel del comportamiento social. Podría haberse pensado que la respuesta del pueblo a los beneficios dispensados por Dios pertenecía a la alabanza litúrgica. El texto no excluye esta opción, pero no evoca expresamente más que el comportamiento social de los israelitas. Se responde a Dios en las relaciones sociales.[93]
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[2] Carroll, “Amós”, 7.
[3] Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz, “Amós”, en Profetas II, eds. Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre (Madrid: Cristiandad, 1980), 952.
[4] Carroll, “Amós”, 7.
[5] Alonso y Sicre, “Amós”, 952.
[6] Alonso y Sicre, “Amós”, 952.
[7] Fernando Mosquera, El Señor de la historia, ed. Ramón Nieto (Bogotá: AMAI, 1996), 74.
[8] Alonso y Sicre, “Amós”, 952.
[9] Alonso y Sicre, “Amós”, 965.
[10] Alonso y Sicre, “Amós”, 965.
[11] J.A Motyer, Amós (Barcelona: Andamio, 2009), 34.
[12] Alonso y Sicre, “Amós”, 973.
[13] Motyer, Amós, 43.
[14] Patrick Kofi Amissah, “Justice and Righteousness in the Prophecy of Amos and Their Relevance to Issues of Contemporary Social Justice in the Church in Ghana” (tesis doctoral, King’s College London, 2013), 90.
[15] Amissah, “Justice and Righteousness”, 80. El autor traduce esta palabra como inocente ante la ley, justo (2:6, 5:12), pobre, necesitado, humilde, afligido, pobre, pobre vergonzoso y pobre honorable respectivamente.
[16] Jesús María Asurmendi y Nicolás Darrícal, Amós y Oseas (Estella: Verbo Divino, 2002), 15.
[17] Daniel Carroll R., “La ética social de los profetas y su relevancia para América Latina hoy: la contribución de la ética filosófica”, Kairós, n.° 35 (2004): 26.
[18] Alonso y Sicre, “Amós”, 962.
[19] H. Walter Wolff, La hora de Amós, trad. de Faustino Martínez (Salamanca: Sígueme, 1984), 21.
[20] Wolff, La hora de Amós, 42.
[21] Wolff, La hora de Amós, 44.
[22] Carroll, “La ética social de los profetas”, 27.
[23] James Nkansah-Obrempong, “Righteousness, Justice, and Morality”, en Foundations for African Theological Ethics, ed. Langham Creative (Carlisle, Cumbria: Langham Creative Projects, 2013), 208.
[24] Carroll, “Amós”, 7.
[25] Wolff, La hora de Amós, 16.
[26]Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 9.
[27] Wolff, La hora de Amós, 18.
[28] Alonso y Sicre, “Amós”, 951.
[29] Wolff, La hora de Amós, 16.
[30] Amissah, “Justice and Righteousness”, 16.
[31] Amissah, “Justice and Righteousness”, 71.
[32] Amissah, “Justice and Righteousness”, 91.
[33] Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 28.
[34] Wolff, La hora de Amós, 18.
[35] Frederick C. Holmgren, “Priests and Prophets: Spirituality and Social Conscience”, Worship 79, n°, 4 (2005): 304.
[36] Alonso y Sicre, “Amós”, 954.
[37] Alonso y Sicre, “Amós”, 951.
[38] Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 12.
[39] Jose Luis Sicre, “Amós”, en Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel (Madrid: Cristiandad, 1984), 94.
[40] Alonso y Sicre, “Amós”, 962.
[41] Francis I. Andersen y David Noel Freedman, Amós (New York: Doubleday, 1989), 200.
[42] Alonso y Sicre, “Amós”, 962.
[43] Sicre, “Amós”, 101.
[44] Alonso y Sicre, “Amós”, 965.
[45] John H. Hayes, “Amos’s Oracles Against the Nations (1:2-2:16)”, Review & Expositor 92, n.° 2 (1995): 152.
[46] Sicre, “Amós”, 142.
[47] Alonso y Sicre, “Amós”, 961.
[48] Amissah, “Justice and Righteousness”, 95.
[49] Hayes, “Amos’s Oracles Against the Nations”, 152.
[50] Amissah, “Justice and Righteousness”, 98.
[51] Sicre, “Amós”, 113.
[52] Carroll, “Amós”, 12.
[53] Sicre, “Amós”, 117.
[54] Carroll, “Amós”, 12.
[55] Alonso y Sicre, “Amós”, 970.
[56] Sicre, “Amós”, 118.
[57] Pedro Jaramillo Rivas, La injusticia y la opresión en el lenguaje figurado de los profetas (Estella: Verbo Divino, 1992), 195.
[58] Carroll, “Amós”, 13.
[59] Sicre, “Amós”, 119.
[60] Sicre, “Amós”, 120.
[61] Sicre, “Amós”, 121.
[62] Sicre, “Amós”, 144.
[63] Amissah, “Justice and Righteousness”, 72.
[64] Du Preez, “Social justice: Motive for the Mission of the Church”, Journal of Teology for Southern Africa, n.° 53 (1985): 37.
[65] Fernando Abilio Mosquera Brand, Cristianismo, justicia y paz: su relación y aplicación en la sociedad actual (Barcelona: CLIE, 2004), 78.
[66] Amissah, “Justice and Righteousness”, 35.
[67]Amissah, “Justice and Righteousness”, 32.
[68] Sicre, “Conclusiones”, 441.
[69] Amissah, “Justice and Righteousness”, 94.
[70] Alonso interpreta el uso de este verbo desde una perspectiva de esperanza y afianza su interpretación en la centralidad del texto en el corazón del libro. Alonso y Sicre, “Amós”, 978.
[71] Paul Noble, “The Remnant in Amos 3-6”, Horizons In Biblical Theology 19 n.° 2 (1997): 129.
[72] Carroll, “Amós”, 8.
[73] Sicre, “Amós”, 442.
[74] Sicre, “Amós”, 450.
[75] Sicre, “Amós”, 114.
[76] Amissah, “Justice and Righteousness”, 67. Traducción de la autora.
[77] Amissah, “Justice and Righteousness”, 14.
[78] Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 13.
[79] Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 15.
[80] Alonso y Sicre, “Amós”, 955.
[81] Alonso y Sicre, “Amós”, 956.
[82] Daniel Carroll R., “¿Pueden los profetas arrojar luz sobre los debates tocante al culto?”, DavarLogos, n.° 6.2 (2007): 151.
[83] Carroll, “La ética social de los profetas”, 19.
[84] Carroll, “La ética social de los profetas”, 20.
[85] Carroll, “La ética social de los profetas”, 21.
[86] Carroll, “La ética social de los profetas”, 22.
[87] Sicre, “Amós”, 143.
[88] Amissah, “Justice and Righteousness”, 77.
[89] Amissah, “Justice and Righteousness”, 90.
[90] Amissah, “Justice and Righteousness”, 90.
[91] Amissah, “Justice and Righteousness”, 91.
[92] Mosquera, El Señor de la historia, 88.
[93] Asurmendi y Darrícal, Amós y Oseas, 15.