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Quinta Edición

Año 4 Segundo Semestre 2013

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Construyendo un modelo de participación ciudadana desde la iglesia local

Introducción

Este trabajo está dirigido a la comunidad evangélica de Medellín para estimular su participación social desde los valores cristianos y teniendo en cuenta el diseño metodológico de construcción ciudadana que la municipalidad implementa en la Planeación Local y el Presupuesto Participativo, con el fin de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida  de sus conciudadanos. La pregunta central de esta investigación es ¿Pueden las iglesias evangélicas de Medellín ser  agentes de cambios sociales y constructores de modelos de desarrollo participativo con recursos eclesiales y del municipio al mismo tiempo? El objeto de estudio de esta reflexión son los acuerdos municipales que dan vía libre a la expresión de la contribución ciudadana en Medellín, teniendo como fundamento legal y marco teórico los principios fundamentales que ofrece la Constitución Colombiana.

Estainvestigación se realiza en 5 etapas, donde se recopila de manera sucinta toda la información legal pertinente al tema de la participación ciudadana. En la primera etapa, se establece la fundamentación legal de la construcción ciudadana como principio protegido en la Constitución Política de Colombia y desde la reglamentación municipal de Medellín. En la segunda etapa, se determina que la participación ciudadana es un derecho y un deber de todos los que residen en Colombia. En la tercera etapa, se reconoce el territorio en el que se encuentran ubicados los habitantes de Medellín por su sectorización zonal, comunal, barrial, corregimental y veredal y se hace una identificación  administrativa (secretarías y entes descentralizados) según lo estipula el municipio. En la cuarta etapa se inspecciona el diseño metodológico del programa que implementa la alcaldía de Medellín  para orientar y  fortalecer la participación activa y co-responsable de la ciudadanía en la destinación de los recursos públicos. Y como quinta  y última etapa, se estructuran los pasos mínimos a seguir para que la Iglesia haga presencia en los consejos comunales, asambleas barriales y todas las organizaciones sociales que se conforman en los barrios, con el fin de acceder a los programas de desarrollo social del municipio.

El resultado de la investigación se  presenta en unas cartillas de inducciónque pretenden ser un recurso primario para líderes y  grupos eclesiales, y para  entes comunitarios que desean participar en el desarrollo y  transformación de la ciudad con proyectos sociales dentro de sus barrios. La serie Construyendo ciudad desde la iglesia”. Manual de inducción para líderes eclesiales y comunitarios, consta de  5 cartillas organizadas así: Cartilla No 1:Introducción a la serie Construyendo ciudad desde la iglesia. Manual de inducción para líderes eclesiales y comunitarios; Cartilla No 2: “Cimentando legalmente la participación ciudadana”; Cartilla No 3: “Identificando administrativa y territorialmente la ciudad«; Cartilla No 4: Planeando y distribuyendo localmente los recursos ciudadanos” y Cartilla No 5: Movilizando desde el barrio los procesos ciudadanos”.

Como creyentes en Cristo Jesús, sabemos que todos los problemas y situaciones de crisis que están presentes en la cotidianidad de la convivencia ciudadana deben ser examinados e interpretados a la luz de la palabra de Dios, por lo tanto, la intervención social de la iglesia se hace indispensable como objetivo misional que conlleva un papel pedagógico intra-eclesial y en las comunas, barrios y veredas de la ciudad de Medellín. Si el cuerpo de Cristo anhela que lo ético y lo moral de la sociedad medellinense pueda llegar a constituirse en un modelo de convivencia social como lo plantea la administración departamental: “Antioquia, la más educada; serequiere mayor involucramiento de la iglesia local en el deterioro social y en los conflictos internos de indignidad e irrespeto por la vida que están a la orden del día. Alrededor de las congregaciones evangélicas pueden crearse espacios de convivencia, libres en lo posible, de violencia intrafamiliar, de fronteras invisibles que limiten la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, y de saqueos indiscriminados a la economía sana de los pequeños comerciantes o negociones familiares.

La iglesia de Cristo en Medellín se encuentra dentro de un escenario democrático que la invita a ser un agente formador de presupuestos básicos de convivencia como los que la Biblia enseña. Es por ello que debe propender porque dentro de sus congregaciones locales, se desarrollen sujetos civiles responsables en sus derechos y deberes, esa clase de creyentes  competentes para construir  formas y relaciones ciudadanas que transmitan valores y principios bíblicos en medio de la diversidad que constituye esta ciudad. En medio del proceso reflexivo de concientización e involucramiento social responsable en las comunidades donde co-habitan, esta investigación desea animar a las iglesias locales que evangelicen mediante el servicio comunitario, admitiendo su doble ciudadanía terrenal y celestial, conociendo su responsabilidad ciudadana dentro de su municipio, reconociendo que están insertas en una comunidad y contexto social específico, entendiendo su compromiso social dentro de su comunidad barrial, gestionando procesos como agentes de transformación ciudadana desde el diseño metodológico de su municipalidad, y llevando a cabo un plan educativo interno que involucre una pedagogía que posicione y consolide a sus miembros como actores sociales dentro de su barrio.

Los anteriores aspectos se constituyen en algunas evidencias particulares de aquellas iglesias locales que cultivan su compromiso ciudadano desde sus contextos barriales como mediadoras y transformadoras de crisis sociales. A continuación tomaremos una por una para detallar sus singularidades:

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Primera evidencia: aceptan  su doble ciudadanía terrenal y celestial ::
(ver cartilla 1)

La iglesia de Jesucristo hace presencia en el mundo a través de sus iglesias locales como miembros que forman parte de una ciudad específica. Entonces, la doble ciudadanía del creyente es parte natural de su existencia y es la misma esencia de ser iglesia, tal como lo expresa Mosquera (2000):
Todo esto se debe a la gran realidad del pueblo de Dios; es un pueblo que se forma en este mundo, pero que su diseño procede de la eternidad, es un pueblo viajero que se está desplazando continua e inexorablemente hacia su Señor y Dios, es un pueblo que construye en este mundo, pero que no se enreda en aquello que construye, se preocupa por los problemas de su día, pero no se deja atrapar por ellos. (p. 66)

Se trata precisamente de encontrar la manera de expresar la ciudadanía terrenal como residentes en una determinada localidad, teniendo en cuenta el concepto de lo que es ciudad, ciudadanía y cultura urbana o ciudadana para el gobierno municipal.

Tomando como base las reflexiones y memorias del evento Cátedra Medellín – Barcelona (Moncada, 2003),la ciudad es una creación del ser humano desarrollada a través de la historia, y determinada por condiciones temporo-espaciales, geográficas, físicas, territoriales, y por proyectos culturales que la dotan de unas características socio-culturales particulares.  Para comprender una ciudad, hay que reconocerla con sus diferentes matices: como un espacio de relaciones y de contraste,  como una zona administrativa gobernable, controlable y urbana, como un espacio cultural incontrolable que constituye en sí mismo un eco-socio-sistema, como territoriofísico (objetivo y material) y sociocultural (subjetivo e inmaterial), como un espacio para nuevos derechos de ciudadanía para el habitante, el inmigrante y el visitante, y sin lugar a dudas, como un espacio educador, que requiere de una fuerte relación entre la institucionalidad pública y la sociedad civil. Tales afirmaciones constituyen para las comunidades confesionales evangélicas y los entes comunitarios, un motivo de reflexión responsable que les impulse a construir cultura urbanay ciudadanacon los valores cristianos desde su barrio.

La ciudadanía como un derecho articulado en la democracia, promueve el deber de la participación ciudadana a todos sus habitantes con responsabilidad, compromiso,  autorregulación. También genera unacultura urbana de valores, de modos de vida, de comportamientos y actitudes singulares y diversas, y de relaciones tanto públicas como privadas. La ciudadanía es en sí misma convivencia ciudadana entre ciudadanos comunes que comparten un mismo territorio físico y sociocultural (Moncada, 2003).Desde estas realidades mencionadas, el creyente de una iglesia local cuenta con su formación y participación ciudadana, porque es parte activa de esta ciudad.

Como iglesia viviente desde contextos barriales, hay un creciente retorno a las Escrituras en todo lo que tiene que ver con la vida y misión  de la iglesia. Se ha renovado el énfasis en la misión integral desde los círculos evangélicos más sencillos hasta los teólogos más contemporáneos. Como dice Padilla (1997):

El agente más apropiado para llevar a cabo la misión integral es la iglesia local… porque… toda iglesia está insertada  en un contexto  social específico y, por lo tanto, tiene condiciones de conocer, mejor que cualquier otra entidad, las necesidades concretas de la gente que vive en ese contexto. Además, cuenta con los recursos humanos (y a veces también con los recursos materiales) para responder a esas  necesidades y manifestar el amor de Dios en palabra y en acción.  Consecuentemente, supera a cualquier otra entidad en su capacidad aprovechar toda esa red de relaciones humanas en el servicio de la misión integral… (p. 110)

La iglesia local se encuentra en un proceso gradual de aprender a verse a sí misma en relación con su potencial social, por lo que abre sus puertas para involucrarse con los vecinos y  sirve  a la comunidad entendiendo su rol de creyente y ciudadano a la vez, que como actor social tiene derechos y responsabilidades. ||||

Segunda evidencia: conocen su responsabilidad ciudadana dentro de su municipio ::
(ver cartilla 2)

Todo acto ciudadano tiene un valor legal, social y moral dentro del estado social de derecho en Colombia. Debido a ello la participación ciudadana en los diferentes escenarios de las comunidades que lo componen, también viene determinada por unos marcos jurídicos explícitos y concordantes con el espíritu del  legislador colombiano. La razón de la claridad de tales parámetros  reside en la responsabilidad del Estado de ser un mediador y guiador de las relaciones que se dan dentro de la convivencia ciudadana nacional (Gómez, 2011).Los colombianos no pueden vivir en comunidad a discreción de sus propios acuerdos o pactos, ya que es el estado colombiano quien regula y asegura la sana convivencia de sus ciudadanos. Todo el ordenamiento jurídico de la Constitución de 1991 está pensado en función de la democracia participativa, trayendo consigo una amplia gama de mecanismos de protección para la preservación continua de este principio democrático, y de la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas (C.P., Título I, Capítulo I).  Por ello, encontramos que el preámbulo de la Constitución Política de Colombia provee un marco jurídico, democrático y participativo al resto de normas del sistema judicial colombiano, propicia la reflexión sobre el papel de la norma en la regulación de las relaciones sociales y la resolución de los conflictos, e  incentiva a los entes jurídicos para involucrar a la comunidad en la transformación de la ciudad donde reside.  Indudablemente, el creyente está llamado a contribuir al fortalecimiento de la democracia participativa haciendo uso de los nuevos mecanismos de participación ciudadana que provee nuestra constitución.

La Corte Constitucional señala que “el retorno de la soberanía al pueblo colombiano como depositario del poder supremo encaminó la intervención ciudadana hacia la conformación, ejercicio y control del poder político, como un derecho de estirpe constitucional esencial para el desarrollo de la organización política y social de los ciudadanos…” (C.P. art. 40).  La participación ciudadana como un derecho y un deber de estirpe constitucional, invita al creyente local a participar responsablemente en las soluciones de los problemas sociales de su municipio o barrio.Por otro lado,Romanos 13:1-7 habla de la sujeción del cristiano a la autoridad, estimulando con ello a calcular con toda sabiduría las posibilidades de intervención social dentro de sus comunas, como una meta para alcanzar de manera más integral su expresión viva como ciudadanos del reino de Dios en la tierra.  ||||

Tercera evidencia: reconocen que están insertas en una comunidad y contexto social específico::
(ver cartilla 3)

Para Padilla (1997), la evangelización integral debe ir acompañada de buenas obras que se manifiestan en la historia con un compromiso social que encarne los ideales del gobierno de Dios y se convierta en una alternativa social para la ciudad. Una iglesia local no puede estar encerrada en sí misma sin visión ni misión dentro de la comunidad;  por ello debe comenzar con un ministerio docente interno para socializar qué significa ser pueblo de Dios como sierva entre los pobres y sabia entre los ricos y los de clase emergente.

Debido a ello,  en sus procesos de convivencia ciudadana, las iglesias locales deberían conocer el estado actual de la convivencia ciudadana en Medellín y ser parte de la solución de los problemas que aquejan al municipio, pudiendo establecer con claridad un límite de responsabilidad en su participación ciudadana: ser  sal y luz en medio del mundo, como lo expresa Mateo 5:13-16 con actos, eventos y testimonios de cuidado para hacer vivo el evangelio dentro de la sociedad. Para realizar esta labor, es indispensable involucrarse en los procesos municipales de participación ciudadana y unirse a tales esfuerzos, porque si la iglesia de Cristo contribuye al desarrollo social, está generando mejoramiento en calidad de vida, dignificando a los individuos dentro de la sociedad y abriendo un espacio en la plataforma social de la ciudad para ser escuchado.  Según Juan 17:15, el Señor Jesucristo dijo “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” para que podamos vivir en el mundo y ser actores de transformación,  para que la inmoralidad pública no llegue a su máxima expresión, y para que la presencia de la iglesia sea fuente de cambios sociales, morales y éticos.

A pesar del catolicismo hegemónico, un buen número iglesias locales de diferentes denominaciones se han dedicado a la evangelización con compromiso social. Sin embargo, el nuevo desafío como un actor comunitario más dentro de la ciudad es hacer trabajo social efectivo, organizado y en concordancia con los planes de desarrollo local del municipio, es  llegar a constituirse en un verdadero agente, no solo de la gracia de Dios, sino de la construcción ciudadanaEs un deber cívico, y también bíblico, aportar en los procesos de desarrollo y transformación urbana, y ser testimonio inequívoco ante las autoridades municipales y la comunidad en general, que Dios está interesado en sanar y transformar las relaciones ciudadanas en el Área Metropolitana de Medellín.

Según Bieler (1973),el reformador Juan Calvino expresa que:

… La existencia en el seno de la sociedad de ese núcleo celular  que es la comunidad de los cristianos, por pequeño que sea, constituye el inicio de la restauración social de la humanidad… La comunidad de la iglesia, la comunidad de los hombres y mujeres que han recuperado su humanidad por Cristo, es el embrión de un mundo enteramente nuevo, en el cual las relaciones sociales pervertidas vuelven a encontrar su naturaleza original… en la parroquia de los creyentes regenerados que podrá redescubrirse una imagen de la vida social restaurada, de la sociedad tal como Dios la quiso. (p. 20)

Calvino insta a la presencia fiel de la iglesia en todos los órdenes de la vida de la sociedad, como un acto responsable de fe y participación, como levadura generadora de restauración social de la humanidad, como un embrión de un mundo totalmente nuevo (Bieler,1973). Por ello, el próximo paso que adeuda la iglesia evangélica en Medellín, es involucrarse de forma más visible en los problemas y necesidades de su comunidad, teniendo en cuenta las propuestas de su alcaldía, presentando sus vidas como puntos de referencia sana de trabajo comunitario en la ciudad, aun en medio de la corrupción de algunos servidores públicos. ||||

Cuarta evidencia: entienden su compromiso social dentro de su comunidad barrial::

A pesar de que el municipio provee a sus residentes de recursos humanos, materiales y económicos, y ofrece unas guías de información claras para facilitar el acceso a tales recursos, la comunidad evangélica no tiene la participación esperada como una actora social más dentro de sus comunidades barriales, ya sea por falta de información o por falta de incentivación de los líderes eclesiales. Aquellas comunidades que han ejercido tal iniciativa, en su mayoría lo han realizado con recursos propios en medio de muchas limitaciones económicas para extender más significativamente la influencia social del evangelio en sus comunidades. Por ello, se hace necesario que haya un ministerio docente dentro de  la iglesia que incentive a sus miembros para involucrarse en la resolución de los problemas de su comuna o barrio, para que pueda verse a sí misma no solo como ciudadana del reino de Dios, sino también como ciudadana de Medellín. Con un sentido de pertenencia y responsabilidad social más claro, la iglesia puede conocer mejor los aspectos prácticos y legales sobre el concepto de ciudad, ciudadanía, convivencia social, cultura ciudadana y participación ciudadana, y formar grupos de apoyo comunitario para elaborar un modelo social bíblico de cómo ser agentes de construcción ciudadana. Si la iglesia hace un alto en el camino para reflexionar sobre su doble ciudadanía celestial y terrenal, encontrará el balance que la misma palabra de Dios le invita a tener.
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Quinta evidencia: gestionan procesos como agentes de transformación ciudadana desde el diseño metodológico de su municipalidad ::
(ver cartilla 4)

Según Carver (1968),el estado está al servicio del bien ciudadano, razón por la cual el cristiano obedece a las autoridades civiles y estatales. Sin embargo, los habitantes de un territorio pueden ejercer control de la actuación de sus gobernantes a través de la participación ciudadana, por ello se hace necesario contar con gobiernos abiertos y receptivos, que estén dispuestos a escuchar lo que sus habitantes quieren transmitir.  Nuestra Constitución de 1991, enmarcada dentro de una democracia participativa (Masbernat, 1999), establece mecanismos adecuados para que el ciudadano haga efectivos sus derechos, ejercite sus responsabilidades, y tenga pertenencia e identidad dentro de una comunidad determinada. Desde las sentencias de la Corte Constitucional se puede verificar que hay una un cambio en la manera como se comprende al ciudadano como talal promover la iniciativa popular.

Dice la Corte:

Ahora bien, la injerencia del pueblo en el proceso de toma de decisiones acordes con sus necesidades vitales se hace aún más efectiva,… y se refleja mediante la posibilidad de los ciudadanos de presentar proyectos de ley ante el Congreso de la República (C.P., arts. 154 y 155),… donde se permite la intervención creadora de los ciudadanos en la vida de la sociedad…”(Sentencia C-643/00). 

Desde la administración municipal, la alcaldía establece su trabajo con valores de solidaridad, responsabilidad, tolerancia, respeto, compromiso, transparencia, honestidad, diálogo,  servicio comunitario y efectividad (Consejo de Medellín, 2012).  Sin embargo, su gestión se ha visto como un fortín burocrático más de los partidos políticos y de ciudadanos para la obtención de jugosos honorarios. Por ello, se necesita la representación más auténtica de los ciudadanos de bien, y las iglesias locales pueden incentivar a sus asociados para que realicen a título personal una labor social a través de la participación en los concejos municipales con un buen manejo de la ética cristiana.
Según Bieler (1973), el reformador Calvino argumenta que:

Por la presencia actuante de Cristo, todas las células naturales de la sociedad corrompida volverán a encontrar en la iglesia la vida sana para la cual habían sido concebidas… El humanismo social de Calvino encara no solamente la restitución de la persona en su humanidad original, sino también la restauración de la sociedad en las diversas formas de su existencia. (pp. 20,22-23)

La iglesia está llamada a ser portadora de un mensaje de restauración de la imagen social para recuperar las relaciones sociales pervertidas, violentas y corruptas dentro de las corporaciones e instituciones administrativas del municipio.

Desde los acuerdos municipales, el  043 de 1996 y el Decreto 1073 de 2009, se desglosa el sistema de planeación de la ciudad que demanda la co-responsabilidad ciudadana a través de sus organizaciones comunales y de la alcaldía con el fin de entregar y distribuir un porcentaje del presupuesto municipal a las comunidades (Programa de Planeación y Presupuesto Participativo, 2005). La iglesia evangélica de Medellín y los entes comunitarios, al estar ubicados dentro de un contexto social específico, pueden incorporar las potencialidades locales movilizando una red de relaciones humanas con recursos materiales hacia la superación de los conflictos de violencia, la exclusión social y todas las roturas del tejido social que se padezcan.

El municipio espera la construcción democrática con las formas de pensar de mujeres, hombres, jóvenes, adultos, adultos mayores, indígenas, afro-descendientes, lesbianas, gays, transexuales, grupos en situación de discapacidad y de desplazamiento, porque todos tenemos el derecho a una vida digna y llena de respeto por la diferencia. Es la incorporación del tejido social a los procesos de desarrollo y  la vinculación a las riquezas sociales de nuestros barrios y comunas, la que potencializa su productividad y mejorar las condiciones internas de Medellín (Programa de Planeación y Presupuesto Participativo, 2005).

Las  iglesias locales podrían caminar al lado del Estado como coadyuvantes o cooperadoras que infunden la cultura de la vida que Cristo enseñó, promoviendo en primer lugar, en sus comunidades una convivencia sana, para generar como lo expresa Uribe (2000): “… una manera de ser y de estar en el mundo; una forma de relacionarse y de interactuar en una cotidianidad compleja y cambiante… que requiere no sólo la convicción, buenas razones y voluntad política, sino también de condiciones sociales e institucionales mínimas, pues es ante todo, el fruto de un acuerdo, el resultado de un consenso múltiple…”.En segundo lugar, interviniendo como congregaciones evangélicas en los conflictos de las comunas,  reconociendo, como sigue diciendo el mismo autor  “… que los conflictos forman parte de la esencia y naturaleza de las sociedades como de la condición humana”, y que precisamente por el hecho mismo de tratar de “negarlos, invisibilizarlos o liquidarlos por la fuerza, ha conducido al deterioro generalizado, y a poner en grave peligro la subsistencia social y la legitimidad del Estado”. Impartiendo, en tercer lugar, principios bíblicos adecuados, y concertar con la comunidad los mecanismos mediadores posibles, para que, como expresa Uribe (2000), “los conflictos y su resolución tengan canales de transito públicos, con los menores costos sociales posibles, y sin necesidad de acudir a las armas para dirimirlos”. Siendo conciliadora, en último lugar,entre las partes afectadas,  como lo reflexiona el mismo autor: “sólo cuando se los libra a su propia suerte y no existe, o no es reconocido y aceptado, un tercero legítimo que sirva como mediador entre las partes confrontadas” (pp. 73-88).

Al constituirse en actora social reconocida, aceptada e interiorizada en sus comunidades barriales con amplia capacidad de intermediación social, la iglesia muestra su entendimiento sobre la meta de la evangelización según 1 Corintios 5:18-20:

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (RV 60)

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Sexta evidencia: involucran, posicionan  y consolidan a sus miembros como actores sociales dentro de su barrio::
 (ver cartilla 5)

Según el Programa de Planeación y Presupuesto Participativo (2005), la alcaldía es la instancia municipal que promueve las técnicas que se aplican para elaborar el presupuesto participativo.  Los espacios deliberativos centrados en la construcción de los consejos consultivos comunales y corregimentales, son la metodología quearticula todo el conocimiento técnico-profesional con el saber vivencial de sus habitantes. La construcción compartida tiene la capacidad para concertar, decidir la priorización de las necesidades fundamentales de las comunidades  y  aplicar los recursos presupuestales asignados por el gabinete municipal  al respectivo territorio. El presupuesto participativo permite el control y monitoreo ciudadano para que la inversión se direccione realmente hacia las prioridades de la comuna y no hacia solicitudes aisladas o intereses particulares de cada organización.

Bieler (1973) anima a asumir una consciencia social donde los bienes materiales sean los instrumentos de la providencia de Dios, y donde una sociedad ordenada según su designio, muestre una comunicación mutua de bienes que, aunque no suprima completamente las desigualdades económicas, por lo menos las atenúe. Los creyentes de las iglesias locales pueden incentivar la distribución equitativa del dinero en sus comunas, elaborando proyectos conforme al plan de desarrollo local que sean sustentados con recursos del presupuesto participativo; logrando articular con este proceso, todo su saber técnico, tecnológico y profesional con las vivencias de los miembros de sus comunidades.

Entonces, tanto para la iglesia como para el gobierno municipal de Medellín, ser constructores del desarrollo humano integral en barrios y veredas,  significa entre otras cosas, ser ejemplo de honradez y sensibilidad  social  dentro de las organizaciones comunales, dar tratamiento adecuado a los conflictos internos, y fortalecer el capital social que simbolizan las organizaciones sociales y comunitarias del área metropolitana de la ciudad.
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Conclusión ::

La municipalidad ofrece caminos serios, asesoramiento adecuado y recursos sustentables en el tiempo para que las iglesias locales evangélicas y los movimientos comunitarios de las comunas en Medellín hagan uso de ellos en su labor como actores sociales de sus comunidades. Aunque los resultados de dos décadas han dejado como herencia un intento de paz, una guerra inacabable, una falsa retirada, un  fortalecimiento y protección basado en las autoridades policivas y en el ejército nacional, sin poder resolver de manera eficaz y eficiente los problemas sociales que mantengan una convivencia ciudadana digna, pacífica y justa, el papel de la iglesia evangélica todavía es relevante.

Entonces, ¿cómo puede ayudar toda la información legal y el diseño metodológico que implementa la alcaldía de Medellín para para construir ciudad desde la iglesia local? Las iglesias y movimientos comunitarios, conscientes de su responsabilidad social, pueden animarse a conocer los programas sociales de la alcaldía y socializarlo con sus miembros para que se involucren en los procesos barriales, elaborando proyectos que coincidan con la priorización de los problemas de su comunidad, donde en el mejor de los casos, podrían contar un aporte económico que le asigne la alcaldía para llevar a cabo tales procesos. Se puede encontrar suficientes libros que ilustran el tema del compromiso social de la iglesia dentro de los círculos evangélicos. Entonces, ¿dónde radica la dificultad y la diferencia? En que las iglesias están haciendo trabajo social, pero sin tener en cuenta los programas que la alcaldía de Medellín ya ha organizado. El municipio ha realizado una enorme labor de recolectar información suficiente de los problemas de cada comuna de Medellín, ha establecido la priorización de los aspectos más urgentes para hacer obra social, y ha organizado a las comunas para que trabajen juntas. Toda esta información es de libre acceso en las páginas webs de los entes administrativos de la ciudad. La iglesia puede realizar obra social con apoyo estatal del presupuesto participativo de cada municipio. La reflexión sensata lleva a concluir que se pierde mucho tiempo tratando de una información que ya se encuentra registrada, organizada y bien socializada por el municipio.

El municipio le dice a la comunidad: “¡Organícese bien, busque un techo jurídico como entidad, y habrá la oportunidad de acceder a los recursos municipales para realizar programas sociales relevantes en los barrios!”.Entonces,mucho ánimo para participar seria y sabiamente en tales procesos, tratando de entender hasta qué punto se pueden acortar las distancias al caminar con la administración municipal en dichos proyectos, para no caer en el error de convertirse en un brazo útil del gobierno y nada más. Hay que mostrar balance y guardar la debida distancia. No se puede pasar por alto que aquí surge un problema que necesita un tratamiento aparte, pero que no será objeto de reflexión de esta investigación. Concluyo retomando las palabras de Donner(2004)cuandoexpresa:“Los miembros de la iglesia, los cristianos individuales, pueden y deben cumplir con su responsabilidad ciudadana y política, pero esto no implica a la iglesia como institución. Por su función profética, la iglesia no puede estar ajena a los pecados y abusos que se dan en la sociedad”.  Desarrollemos una participación ciudadana en este espacio legal muy bien definido, sin perder la razón de ser de nuestra identidad: proclamar un proyecto de humanidad basado en la persona de Jesucristo, bajo la obra del Espíritu Santo y con la cobertura de Dios Padre.
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Referencias ::
Alcaldía de Medellín (2005). Programa de Planeación y Presupuesto Participativo. Medellín: Fajardo, S.
Arroyave, L. & Torres, D. (2009) Construcción de ciudadanía en Romanos 12 y 13. Trabajo de Investigación no publicado. Medellín: FUSBC.
Bieler, A. (1973). El Humanismo Social de Calvino. Buenos Aires: Editorial ESCATÓN.
Carver, F. (1968). Comentario Bíblico de Beacon Tomo VIII. Kansas: Casa Nazarena de publicaciones.
Corte Constitucional (1991). Título I. Capítulo I, III. En Gómez S., F. (2011). Constitución Política de Colombia. Bogotá: LEYER Editores.
Corte Constitucional (1996). Sentencia C-015. Bogotá: Hernández, J.
Corte Constitucional (2000). Sentencia C-643. Bogotá: Tafur, A.
Donner, T. (2004). El cristiano y la política. Fe y Posmodernidad. Barcelona: Editorial CLIE.
Espinal, J.G. (2002). Mecanismos de participación. Manual de Formación ciudadana y constitucional 2ª edición. 38-47. Medellín: Editorial R.M.A.
Masbernat N. (1999, noviembre). Discusión del Taller: La ciudadanía a nivel local. En Sepúlveda J. ¿Qué es la participación ciudadana? 6. Manuscrito no publicado, Temuco.
Moncada, R. (2011, febrero). Memorias Cátedra de Medellín–Barcelona. Artículo presentado en el Seminario “Educación ciudadana en tiempos inciertos: ¿Cómo formar ciudadanos para ciudades diversas?” Medellín.
Mosquera, F. (2000). Exposición de Efesios. Medellín: Libros Compartir:
Padilla, R. (1997). Misión Integral. Iglesia y Misión, Revista Internacional de Orientación Cristiana,  16 (4), 110-115.
Uribe, Ma T. (2002). Lecturas Complementarias. En J. Espinal, Ed, Manual de Formación Ciudadana y Constitucional 2ª edición.  73-88. Medellín: Editorial R.M.A.
Cibergrafía
Concejo de Medellín:Corporación (s.f.) Recuperado de: http://www.concejodemedellin.gov.co

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